Hombres del Harén 797
Intentar decir la verdad
—Sir Sodan, ¿hay algo más que le preocupa?
Tasir negó con la cabeza.
—No. No es que haya algo específico que me preocupe, sino que en general todo me preocupa.
—¿Entonces no es un problema aún mayor?
Hierlan también se puso serio al escuchar esto.
Tasir frunció el ceño por un momento, pero al notar la expresión de Hierlan, sonrió y le dio un golpecito en el brazo.
—No, no tienes que preocuparte tanto.
—¿Cómo no voy a preocuparme si Sir Sodan está tan preocupado? Usted es como un profeta.
—No lo soy. Solo hago predicciones basadas en varias piezas de información. Incluso así, a veces me equivoco.
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—Por eso mismo. Solo se ha equivocado una o dos veces.
De repente, una expresión de alegría apareció en el rostro de Tasir.
—Escucharte me ha tranquilizado. ¡Bien hecho, Hierlan!
Hierlan abrió los ojos de par en par al ver que Tasir, quien había estado tan serio, de repente se animó y lo elogió.
—¿Eh? ¿Qué cosa?
—Que mis predicciones fallen. Suele pasar cuando se trata de Su Majestad, ¿no?
—¡!
Hierlan se sorprendió por un momento, pero pronto asintió.
—Sí, eso es cierto.
Hierlan finalmente se sintió aliviado y salió llevando consigo un montón de papeles usados.
Tasir lo miró con una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, tan pronto como Hierlan salió, su expresión se oscureció de nuevo.
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Cuando llegó la hora de la cena, Latil caminaba de un lado a otro con las manos detrás de la espalda y le preguntó a Sonnaught:
—Es la hora de la comida... Si hablo de mi verdadera identidad mientras comemos, ¿mamá se atragantará?
—No lo sé.
—¿Debería decírselo más tarde?
Sonnaught notó la respuesta que Latil esperaba y se la dio.
—Mañana sería mejor. En un momento que no sea la hora de la comida.
—Eso pensé.
Latil, aliviada, hizo una comida sencilla con solo pan y mantequilla.
Pero a la mañana siguiente, miró el reloj con impaciencia y murmuró para sí misma:
—Si lo digo durante el desayuno, se atragantará.
Después de terminar sus tareas matutinas, cuando llegó la hora del almuerzo, volvió a murmurar:
—Si hablo de esto en el almuerzo, se indigestará.
Al final, el día pasó y llegó nuevamente la hora de la cena.
Latil, sintiéndose incómoda de mirar a Sonnaught, cubrió la mitad de su rostro con un abanico mientras caminaba.
Cuando Sonnaught vio que las orejas de Latil estaban completamente rojas, le habló con voz suave:
—Majestad, puede hablar cuando lo desee.
Latil, que caminaba torpemente, se detuvo y lo miró.
Sonnaught, siempre con una presencia firme que parecía sostenerla desde atrás, le sujetó los hombros con suavidad para que los enderezara.
—Esta es una decisión que Su Majestad tomó. Si no quiere hacerlo, puede dejarlo. No tiene por qué sentirse presionada.
—... Es verdad.
Aunque Sonnaught le dijo que podía rendirse, esas palabras le dieron valor a Latil, quien se giró con determinación.
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—Iré a decírselo ahora mismo.
—¿Ahora? Dijiste que se atragantaría.
—Si cree que se atragantará, entonces no comerá.
Latil cambió de opinión en un solo día y se dirigió de inmediato a la residencia de la Ex Emperatriz.
—¡Majestad, qué sorpresa!
—Su Majestad la Ex Emperatriz estará encantada.
Las criadas de la Ex Emperatriz se alegraron visiblemente al ver a Latil.
Latil esperó a que anunciaran su visita, respiró hondo y entró.
La Ex Emperatriz la recibió con una gran sonrisa y se acercó a ella.
—Ven aquí. Justo tenía muchas preguntas para ti.
—¿Preguntas?
—He oído que la futura esposa de Lean ha llegado.
Al escuchar eso, Latil se dio cuenta de su error.
Tanto ella como Lean sabían que Begomia era en realidad Aini. Incluso antes de saberlo, eran conscientes de que había algo detrás de la situación.
Por eso, no pensó en la emperatriz viuda en todo este asunto.
Pero, al reflexionar, se dio cuenta de que, para su madre, esto era el matrimonio de su hijo biológico.
Aunque no podía intervenir directamente, era normal que estuviera curiosa.
—Lady Begomia...
Latil se sentó junto a su madre en el sofá y comenzó a contarle varias cosas sobre Begomia.
La Ex Emperatriz la escuchó con los ojos brillando de emoción.
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—¿Pudo hablar con ella
Sonnaught, que había seguido silenciosamente a Latil mientras salía de la habitación de la emperatriz viuda y caminaba por el pasillo, hizo la pregunta cuando todo quedó en silencio.
Latil negó con la cabeza con una expresión agotada.
—No pude decir ni una sola palabra.
—¿Por qué no?
—Mamá estaba demasiado interesada en la boda de Lean.
—Ah.....
Latil bajó los hombros con tristeza.
En realidad, sabía que eso era solo una excusa. Si realmente hubiera tenido la determinación de hablar, podría haberlo hecho después de terminar la conversación sobre Begomia.
Pero no lo hizo. Claramente, le faltó valor.
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Al día siguiente, Latil tuvo unos 30 minutos libres por la mañana, pero no fue a visitar a la difunta emperatriz.
En lugar de eso, Latil llegó temprano a la oficina y se sentó en un espacio vacío, apoyando la barbilla en la mano, sumido en sus pensamientos.
[¡Lord! ¡Lord!]
En ese momento, se escuchó la voz de Grifo llamando a Latil desde atrás.
Al abrir la ventana, Grifo entró de inmediato y exclamó emocionado:
[¡Lord! ¡Kallain ha ido a capturar al mago blanco!]
—¿Qué? ¿Cómo?
[¡El mago blanco vino a corregir su ubicación actual!]
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Mientras trabajaba, Latil no podía evitar levantar la cabeza y mirar hacia la puerta, o más bien, más allá de la puerta.
¿Habría Kallain encontrado al mago blanco? ¿Lo habría capturado? Incluso si no lo había capturado, al menos habría descubierto su ubicación, ¿no?
Kallain era un vampiro que hacía todo bien, sin importar qué. Latil intentó calmar su mente inquieta y concentrarse en el trabajo.
—Su Majestad, el señor Kallain ha llegado.
Sin embargo, tan pronto como el sirviente anunció la visita de Kallain, Latil se levantó de un salto.
—¿Su Majestad?
—¡Déjenlo entrar de inmediato! ¡Rápido!
Pronto la puerta se abrió y Kallain entró en la oficina.
Latil hizo salir a todos excepto a unos pocos y se acercó corriendo a él.
—¿Qué tal? ¿Lo encontraste?
—Lo siento.
Pero la respuesta fue negativa de inmediato.
El corazón de Latil se hundió. Si lo hubiera encontrado, no se estaría disculpando, ¿verdad?
—¿No vino?
—Sí vino.
¿¡Vino y lo dejaron escapar!? ¿¡Kallain!? ¿¡Nuestro increíble Kallain!? Latil se quedó sin palabras.
—¿Cómo lo dejaste escapar? ¿Es ese mago blanco tan impresionante?
—Fue extremadamente astuto.
—¿Y rápido para escapar?
El entrecejo de Kallain se arrugó.
—En el momento en que lo agarré, se transformó en una comadreja. Luego se metió en un agujero de ratón y desapareció.
Sonnaught, que había estado escuchando tranquilamente desde atrás, soltó un suspiro agitado.
Latil, al oír eso, giró instintivamente para mirar a Sonnaught y luego volvió a mirar a Kallain con una expresión confusa.
—¿Una comadreja?
Entonces, algo vago comenzó a surgir en la mente de Latil.
—Sí. Era una comadreja blanca.
En el momento en que Kallain añadió eso, Latil no pudo evitar gritar.
—¡Esa comadreja!
Kallain y Sonnaught miraron a Latil con miradas de desconcierto.
Latil abrió y cerró la boca varias veces antes de agarrarse la cabeza. ¡Esto es una locura!
—¿Ama? ¿Qué le pasa?
—¡Esa comadreja! ¡La he visto antes!
—¿Una comadreja? ¿Puede distinguirlas?
—¡No! ¡Estaba saliendo de la Residencia de Lean! ¡Incluso la levanté! ¡Lean dijo que era su mascota...!
'¡Lean me engañó de nuevo!'
Latil, mientras hablaba, sintió que la ira le subía de golpe y se llevó la mano a la nuca. Un gemido escapó de su boca sin querer.
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Después de que el intento de encontrar a Klein a través del mago blanco fracasara, Latil, ansioso, fue a visitar a la Ex Emperatriz tan pronto como tuvo tiempo libre.
Al darse cuenta de que no tenía mucho tiempo, ya no podía seguir retrasándose.
—Me visitas con frecuencia.
La Ex Emperatriz sonrió ampliamente al ver que Latil había regresado tan solo un día después y lo abrazó brevemente antes de soltarlo.
—¿Ya comiste? ¿Quieres comer juntos?
Latil asintió con la cabeza.
Las sirvientas colocaron los platos que la Ex Emperatriz solía comer sobre la mesa y se retiraron.
Había hablado con Baekhwa sobre lobos, carne y dietas vegetarianas. Casualidad o no, el menú actual consistía principalmente en vegetales.
—A mí también me gusta la ensalada.
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Latil murmuró eso sin darse cuenta al ver la comida.
La Ex Emperatriz, sin entenderlo bien, lo miró.
—¿Ensalada? ¿Quieres que traigan más?
—Ah, no.
Latil respondió apresuradamente y tomó un tenedor.
—Latil, ayer mencionaste algo sobre Lady Begomia. Yo.....
La Ex Emperatriz comenzó a hablar con voz animada.
—Madre.
Pero cuando Latil la llamó de repente con un tono serio y grave, la Ex Emperatriz cerró rápidamente la boca y sonrió incómoda.
—Oh, no me di cuenta. Si sigo hablando de esto, probablemente te molestaré, ¿verdad?
—No, no es eso. Vine porque tengo algo que decir.
La Ex Emperatriz asintió, como si le diera permiso para hablar, tomó un bocado de ensalada con aderezo pegajoso.
De repente, la tensión lo abrumó aún más. Latil sintió que todo su cuerpo se encogía, especialmente su corazón.
La Ex Emperatriz continuó comiendo tranquilamente, esperando a que Latil hablara.
—Madre.
—Sí.
—Madre. Madre.
—Está bien. Habla despacio.
Latil perdió el apetito. Su lengua le picaba tanto que no podía pensar en comer.
Latil sostuvo el tenedor y siguió llamando a su madre, recordando que tenía varios maridos de los que debía hacerse cargo.
—Madre.
—¿?
¿Debería comenzar diciendo que soy el Lord? ¿O debería empezar diciendo que el Lord no es peligroso?
O tal vez debería advertirle que está a punto de escuchar algo sorprendente y pedirle que se mantenga calmada.
—Madre. ¿Recuerdas cuando Lean te engañó y me atacaste?
—Sí, lo recuerdo.
La Ex Emperatriz pareció disgustada, ya que no era un buen recuerdo.
—Después de eso, pasaron muchas cosas.
—.......
—Lean y tú me atacaron porque creías que yo era el Lord. Pero, según lo que he descubierto, el Lord no tiene ninguna conexión con los monstruos.
La Ex Emperatriz frunció el ceño.
—¿De qué estás hablando de repente?
—Estoy diciendo la verdad.
—No entiendo por qué estás hablando de esto mientras comemos.
La Ex Emperatriz parecía no querer hablar del tema.
Al ver que su mano temblaba ligeramente, Latil extendió la mano y tomó la de su madre.
—Madre. ¿Recuerdas cuando dije que Tla había roto mi muñeca?
Al mencionar el pasado, los temblores de la Ex Emperatriz finalmente disminuyeron.
—Siempre peleabas con Tla. Lo recuerdo. Pero no pude ponerme de tu lado. Aunque no me gustaba ese chico, él no había roto tu muñeca.
—Así es. Tla solo recogió la muñeca que alguien más había roto y tirado.
En ese momento, la Ex Emperatriz le dijo a Latil, que sospechaba de Tla, que no importaba cuánto insistiera, no había pruebas de que Tla fuera la culpable.
Aunque no le gustaba Tla y amaba a Latil, no ignoraría las pruebas que demostraban que Tla no era la culpable.
—Madre. Tú no eres alguien que ignora la justicia por motivos emocionales, ¿verdad? Madre, hay varias pruebas de que el Lord no tiene conexión con los monstruos.
La Ex Emperatriz suspiró.
—Incluso si es así, no entiendo por qué necesitas hablar de esto ahora, Latil. ¿Acaso quieres despertar al Lord que tú mismo sellaste?
—Tenía que hacerlo.
—¿Por qué?
—Porque yo soy el Lord.
Los ojos de la Ex Emperatriz se abrieron el doble de lo normal.
Latil tragó saliva. Sus piernas no dejaban de temblar debajo de la mesa. Latil apretó los puños y miró a su madre con desesperación.
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