LESVAC 173

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La Emperatriz se volvió a casar 173

Todavía me ama



Aunque no había hecho nada malo, en cuanto Heinley me preguntó por la caja, respondí inmediatamente, "No es nada".

Heinley se acercó a mí sin cuestionar mis palabras y me besó en la mejilla.

"Entonces, ¿por qué tienes tan mala cara? ¿Hmm?"

No pude evitar suspirar. ¿Debería contarle primero sobre la caja enviada por Sovieshu, o debería preguntarle sobre 'eso' que intentaba desconocer?

"¿Reina?"

"Estoy pensando."

"Por tu cara no parece un pensamiento feliz..."

Heinley me miró detenidamente mientras se inclinaba hacia mí. Ciertamente no era un pensamiento feliz, así que asentí,

"Tengo dos cosas que decir."

"¿Estás pensando si deberías decirlo?"

"No, estoy pensando cuál decir primero."

Necesitaba decir las dos cosas. Así que después de pensarlo, decidí empezar por la más importante.

Con la caja que me regaló Sovieshu, sólo temía que Heinley se pusiera celoso. Resolver el asunto del fenómeno de la disminución del maná era realmente importante.

"¿Es difícil de decir?"

Heinley murmuró, y ladeo la cabeza.

"¿Qué ocurre, Reina?"

"¿Fuiste tú quien causó el fenómeno de la disminución del maná...?"

Cuando estaba a punto de decir, '¿Eres el culpable?' Elegí mejor mis palabras.

"¿Eres el causante?"

Llamarlo 'culpable' en esta situación, sería tratarlo como si fuera una mala persona.

Por supuesto, si realmente causó el fenómeno de la disminución del maná, ya había afectado a cientos de personas... Heinley sería una mala persona para ellos.

En un parpadeo, el rostro de Heinley se volvió tan frío como si estuviera cubierto por una fina capa de hielo.

"Navier."

Me llamó con voz fría. Sus ojos menos cálidos de lo habitual se fijaron en mí.

La forma en que se quedó helado, sin siquiera intentar fingir, le hizo parecer más frío de lo que podía esperar.

No es que estuviera enfadado conmigo. Es sólo que ante mi única pregunta, la máscara cariñosa y amable que siempre llevaba desapareció.

"Heinley."

Fue desgarrador ver esa mirada rígida, sin siquiera tratar de excusarse.

"Heinley."

Volví a llamarlo, y puse una mano sobre su mejilla.

"Heinley."

Lo llamé por su nombre una tercera vez y besé ligeramente su labio superior.



Sólo entonces los ojos de Heinley temblaron y parpadeó lentamente. Sus pestañas doradas subían y bajaban sobre sus ojos púrpura.

"Navier, Reina. Navier, yo..."

"No te estoy culpando."

Cuando Heinley bajó la mirada, sus ojos quedaron completamente ocultos.

"Heinley. Sólo quiero que seas honesto conmigo."

La habitación quedó en completo silencio, sólo se oía el tic-tac del reloj. Como si la realidad se hubiera desvanecido y sólo quedáramos nosotros dos en este mundo.

Sentía que no importaba lo que Heinley dijera en este momento, lo aceptaría por completo. Cuando Heinley levantó lentamente la mirada, sus ojos ocultos se revelaron de nuevo.

"Reina."

En cuanto me llamó, el ambiente envuelto en un silencio mágico y maravilloso se rompió al instante.

La realidad volvió a arrastrarnos a la habitación. De repente, la tensión despertó en mí un miedo que me hizo estremecer.

"Ahora mismo no."

Heinley primero se limitó a responder mi pregunta. Luego puso su mano sobre la mía, que estaba en su mejilla, y explicó inmediatamente.

"Los magos son los pilares que han hecho del Imperio Oriental el país más poderoso, y son el poder mismo del Emperador. Es cierto que he afectado a los magos como una forma de suprimir al Imperio Oriental. Pero ya no."

Heinley me miraba como si tuviera miedo.

"Reina, me casé contigo del Imperio Oriental. Es por ti que no pienso iniciar una guerra contra ese imperio. Lo digo en serio."

"Y Evely—"

"Es cierto que perdió su maná porque se vio envuelta en mis planes. Pero también fui yo quien le devolvió el maná. Por ti, Reina. Porque te resultaba doloroso ver a esa chica así."

No hubo necesidad de terminar la pregunta, Heinley, que parecía asustado, me lo contó todo por su cuenta.

Diversos sentimientos surgieron en mí al mismo tiempo. Sentimientos tan mezclados que resultaban difíciles de distinguir entre sí.

Me lamí los labios, sostuve su rostro entre mis manos y apoyé mi frente contra la suya.

En medio de toda esta complejidad, había dos sentimientos claros para mí.

Culpa y Gratitud.

Como me prometí a mí misma antes, no podía detener a Heinley sin una buena razón sólo porque se estuviera preparando para la guerra contra el Imperio Oriental.

Aun así, no me gustaría. Mi esposo estaría atacando a mi país, a mi familia y a mis amigos.

Afortunadamente, Heinley dijo que es por mí que no iniciaría una guerra contra el Imperio Oriental. Aunque parecía que llevaba mucho tiempo planeando esto, renunció por mí.

Se lo agradecía, pero lamentaba que su imagen como Emperador del Imperio Occidental resultara afectada por mi culpa.

Aun así, no podía decir, 'No te preocupes, ataca a mi país y a mi familia'.

Por supuesto, en un rincón de mi mente también rondaba el pensamiento de que si no nos hubiéramos casado, nos habríamos convertido en enemigos.

"Reina."

Heinley volvió a llamarme. Parecía asustado porque permanecía quieta sin decir nada.

Tenía que decir algo, ¿pero qué?

Busqué entre los diversos pensamientos que pasaban rápidamente por mi cabeza, y elegí uno.

El más apropiado para este momento.

"Gracias por pensar en mí."

"Gracias por pensar en mí."

Le susurré al oído.

Heinley se estremeció y también habló en voz baja.

"¿No estás enojada?"

"Decidiste dejar de lado la guerra por mí."

"¿Aunque fui yo quien daño a Evely?"

"También fuiste tú quien le devolvió el maná."

"Si no se lo hubiera arrebatado en primer lugar, habría sido más fuerte de lo que es ahora."

Parecía que su maná aún no había regresado del todo. En esta parte no podía decir que esté bien, ya que no soy Evely.

"¿No estás decepcionada de mí, Reina?"

Tras responder para mí misma, 'Hace tiempo que sé lo astuto que eres', sacudí la cabeza.

"No estoy decepcionada."

"Reina..."

Si Heinley simplemente lo hubiera reconocido y se hubiera disculpado, tal vez me habría sentido de forma diferente a como me siento ahora.

O incluso si hubiera dicho que me amaba, pero que la guerra era absolutamente necesaria como emperador, habría reaccionado de otra manera. Pero dijo que no continuaría con lo que más temía.

¿Qué podía decirle al hombre que había renunciado a su ambición por mí?

Entonces, recordé su confesión de que me amaba.

"Heinley."

Este hombre lo decía en serio. Realmente me amaba.

En medio de mi aturdimiento, llamó mi atención el regalo de Sovieshu que aún estaba sobre el escritorio.

De repente, sentí curiosidad. ¿Cómo habría actuado Sovieshu en esta situación?

"..."

Bueno, no lo sé. Ahora no comprendía su forma de actuar. Cuando estaba en el Imperio Oriental, nunca imaginé que el orgulloso Sovieshu continuaría enviándome tales regalos después del divorcio.

"Por cierto, Reina. Dijiste que tenías dos cosas de las que hablar. La otra es..."

Heinley preguntó con voz nerviosa, mientras estaba sumida en mis pensamientos.

Los músculos de sus hombros y brazos se pusieron rígidos como si estuviera preocupado una vez más, él no sabía que se trataba de Sovieshu.

"No es sobre ti."

"¿?"

"Sovieshu me envió un regalo muy valioso."

"¿Te refieres a las piezas de artesanía que trajo la delegación?"

"No, uno que me envió personalmente."

"Personalmente..."

Heinley murmuró, mirando la caja deformada sobre el escritorio.

"¿Por casualidad es eso?"

Asentí con la cabeza.

"Me gustaría devolverlo porque es un peso muy grande recibir esto de Sovieshu. Pero si lo envío personalmente, podría causar malentendidos. ¿Puedes hacerlo tú?"

La expresión de Heinley se ensombreció. Luego me miró de reojo varias veces, mientras se mordía los labios con incomodidad.

Parecía a punto de ponerse celoso, como cuando le dije que Sovieshu era precavido.

Pero no se comportó como de costumbre, al final suspiró y apoyó su frente en mi hombro.

"Reina. ¿Elegiste deliberadamente este orden?"

"¿Estás decepcionado?"

Cuando pregunté a Heinley, imitando lo que había dicho, se rió dulcemente y levantó la cabeza para mirarme a los ojos. Luego, nos besamos, uniendo nuestros corazones.

***

'Él no es el tipo de persona que se irá sólo porque yo se lo pida. ¡Se sujetará a mi tobillo por el resto de su vida!'

Al principio, Rashta iba a pedirle que por favor desapareciera, aunque eso significara darle una parte importante de sus posesiones. Pensaba que incluso una persona recta se doblegaría si recibiera tanto.

Parecía que su padre conocía bien al periodista Joanson, así que debía saber mejor que nadie en qué situación se encontraba.

Pero no sería así. Rashta se dio cuenta de que estaba equivocada.

A menos que ella muriera, su padre no dejaría de aferrarse a ella. No, tal vez incluso después de su muerte se seguiría aferrando. ¡Usando a Glorym!

'Tengo que deshacerme de él.'

Rashta rechinó los dientes.

A pesar de todo se trataba de su padre, no podía pensar en tratarlo como a cualquier otra persona. Hacer daño a su padre sería como destruir un santuario.

'No. Pensándolo bien, él no es un santuario, sino el principio y la causa de todas mis desgracias. Las raíces podridas deben ser cortadas.'

Firmemente decidida, Rashta se arregló el cabello mientras se miraba en el espejo, se sacó el anillo que se había clavado en su dedo y lo colocó sobre la mesa.

La sangre cayó del anillo ensangrentado y dibujó una línea escarlata.

Rashta buscó unos guantes rojos, se los puso y salió directamente al salón.

En el salón, la sirvienta enviada por su padre estaba sentada en el sofá, charlando con otras sirvientas sobre lo bien que se lo estaba pasando estos días.

Estalló en carcajadas, diciendo que tal vez podría convertirse en la madrastra de la Emperatriz.

Al darse cuenta tardíamente de la presencia de Rashta, la sirvienta se levantó apresuradamente, juntó las manos e inclinó la cabeza.

Pensando que Rashta se enojaría, la sirvienta la miró asustada. Pero en vez de mostrarse enojada, Rashta sonrió y dijo en tono triste,

"Quisiera enviar un regalo a mi padre, pero creo que es demasiado pesado para que lo lleves tú sola."

"No se preocupe. Soy fuerte."

"Aunque seas fuerte, no podrás llevarlo. Tal vez este sea el último regalo, así que Rashta puso muchas cosas."

"¿El último regalo?"

"Actualmente me encuentro en una posición muy complicada. Es imposible que no lo sepas."

"..."

"Además, quiero ver la cara de mi padre una última vez. Así que me gustaría que viniera a buscarlo en persona, ¿puedes decírselo?"

La sirvienta respondió "Sí" con el ceño fruncido.

"Ah. Una cosa más."

"¿Qué?"

"El regalo es muy grande, por lo que llamará la atención enseguida cuando se lo lleve. Si se corriera el rumor de que recibió un regalo valioso de Rashta, tampoco sería bueno para mi padre, ¿cierto? Así que asegúrate de decirle que no se deje ver por nadie. Puede venir por el camino de atrás."

Luego, Rashta volvió a entrar en su habitación y recogió el anillo que había dejado sobre la mesa.

En lugar de limpiar la sangre del anillo, lo cubrió deliberadamente con más sangre de su propio dedo.

Después, se puso una ligera capa negra, se guardó el anillo en un pequeño bolsillo y ocultó una daga dentro de su manga ancha.

Eventualmente, Rashta salió del Palacio del Oeste diciendo que iba a dar un paseo, y se dirigió a la entrada del camino de atrás.

No había un paisaje especial que ver, y si uno iba por este camino, daría más vueltas para llegar a cualquier otro lugar, así que ni los que querían apreciar paisajes ni los que estaban ocupados con el trabajo utilizaban este camino.

Su padre tampoco querría exponerse, por lo que Rashta estaba segura de que vendría por aquí.

Después de esperar un tiempo, su padre apareció finalmente, caminando con arrogancia.

Tenía la cabeza en alto, los brazos extendidos y una sonrisa en la cara.

Rashta se escondía entre los arbustos, esperando que su padre se acercara. Pero de repente vio a un caballero detrás de su padre.

'¿Quién será?' Rashta frunció el ceño, '¿Lo trajo mi padre?'

Ese no parecía ser el caso. Cuando el caballero llamó a su padre desde atrás, éste se sobresaltó.

El caballero habló brevemente con cortesía. Luego, su padre asintió un par de veces y le siguió con una sonrisa codiciosa.

Rashta los persiguió por un momento entre los arbustos, pero al final regresó a su habitación, temiendo ser descubierta.

Pero estaba tan preocupada que ni siquiera podía sentarse en el sillón.

'¿Qué sucedió? ¿Quién se llevó a mi padre? ¿Fue Su Majestad?'

Mientras reflexionaba, vislumbró un rayo de esperanza.

Sí. ¡Debe ser obra de Su Majestad! Definitivamente está interviniendo por mi bien y el de la princesa. A pesar de que su relación con la Emperatriz Navier en el baile de máscaras ya era distante, el Emperador Sovieshu se puso de su lado cuando asistió con un vestido casi idéntico. Porque ella era la Emperatriz. Incluso ahora que nuestra relación se volvió fría, siendo esta una situación crítica, naturalmente se pondrá de mi lado. Porque ahora Rashta es la Emperatriz.

***

La conjetura de Rashta era cierta a medias.

"¿Qué pasó con él?"

En respuesta a la pregunta de Sovieshu, el caballero inclinó la cabeza y dijo,

"Después de romperle la cara, fue encerrado en lo más profundo de la prisión subterránea."

Sovieshu había ordenado ocuparse en secreto del verdadero padre de Rashta una vez que la gente perdiera el interés. Sin embargo, se atrevió a ocuparse de él ahora porque la situación se volvió sumamente delicada.

Si se descubriera que Rashta no era hija de los Vizcondes Isqua, no sólo Rashta tendría problemas.

Incluso si la prueba de paternidad concluyera que Glorym es su hija, el futuro de la princesa se vería comprometido por el verdadero padre de Rashta.

Así que no tenía otra opción que cortar el problema de raíz de antemano.

Además, como se ocupó de este hombre cuando Rashta lo llamó al palacio imperial, podría utilizar este punto más adelante.

"Su Majestad, ¿qué piensa hacer con los Vizcondes Isqua?"

Las comisuras de los labios de Sovieshu se torcieron. La pareja pensaba que Sovieshu no sabía que en realidad eran padres falsos de Rashta.

Así que tal vez...

"Si están dispuestos a hacer una prueba de paternidad con Rashta, pueden permanecer en el palacio, si no, diles que se vayan del palacio imperial. No querrán verse envueltos en esto y perder el resto de su honor, así que probablemente huirán de inmediato."

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