LESVAC 172

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La Emperatriz se volvió a casar 172

La desesperación de Rashta



La princesa movía sus pequeñas manos mientras hacía "abu-bu, abu-bu". Sovieshu se reía y presionaba las mejillas de la bebé con sus dedos.

"Mi bebé. ¿Quién es papá? ¿Quién es papá?"

"Abu!"

"¿Quién es papá?"

"Abu-bu!"

La Vizcondesa Verdi miraba fijamente a Sovieshu. El Emperador era evidentemente un padre cariñoso. Incluso en medio de esta situación, visitaba frecuentemente a la princesa para cuidar de ella.

No hasta el punto de llevarla a su oficina como antes, pero sin duda mucho más atento que la mayoría de los emperadores.

Pero a los ojos de la Vizcondesa Verdi, el Emperador y la Princesa parecían una copa de vidrio justo antes de romperse.

En ocasiones, Sovieshu sostenía a la bebé en sus brazos y acariciaba su espalda con una expresión sombría. En otras ocasiones, las lágrimas se acumulaban en sus ojos a pesar de estar sonriendo.

La risa de la bebé sacó a la Vizcondesa Verdi de sus pensamientos. Justo entonces, Sovieshu rompió a llorar mientras sostenía a la bebé.

La Vizcondesa Verdi apartó la mirada y se marchó apresuradamente. Sovieshu sollozó en silencio durante un tiempo, las lágrimas brotaban de sus ojos y sus anchos hombros temblaban.

Sin siquiera saber qué estaba pasando, la bebé tenía los ojos completamente abiertos, mirando distraídamente su entorno. Con ojos llenos de curiosidad por el mundo, parecía encontrar todo divertido.

Eventualmente, Sovieshu levantó la cabeza para ver a la bebé. Hoy también trató de encontrar el parecido que tenía con la princesa, como había hecho últimamente.

Nada. No se parecía en nada.

Sovieshu extendió la mano y peinó con cuidado el suave cabello de la bebé, que se había alborotado.

"Mi bebé. Princesa."

"Pfft..."

"Princesa."

Sovieshu llamó cariñosamente a la bebé unas cuantas veces, la bajó con cuidado y la puso en la espléndida cuna.

Cuando agarró la cuna y empezó a mecerla suavemente, los ojos de la princesa se cerraron poco a poco.

Era una bebé realmente dulce, ni siquiera su personalidad se parecía a la suya. Los ojos de Sovieshu se oscurecieron, retiró la mano de la cuna y se alejó.

Sovieshu se preguntaba si la princesa tenía su sangre, aunque temía saber la respuesta. Hubiera sido humillante para él dar un paso al frente y tomar la iniciativa en la prueba de paternidad.

Afortunadamente Alan, ese estúpido joven noble, creó esta situación con sus propias manos.

La prueba de paternidad, que quería hacer pero no podía, salió a relucir.

Con las cosas yendo en esta dirección, Sovieshu sólo necesito decir que se vio forzado a someterse a una prueba de paternidad 'por el bien la princesa y la emperatriz'.

Podría ganarse la reputación de estúpido en el Imperio Oriental por haberse enamorarse de esa mujer, pero fue una decisión que tomó considerando que serían más las personas que simpatizarían con él.

Sin embargo...

Sovieshu miró a la bebé que dormía plácidamente, sacudió la cabeza y salió de su habitación.

Quería creer en Rashta una última vez.

No en la Rashta actual, sino en la Rashta que había querido proteger.

No sabía qué la hizo cambiar de esta manera, pero la Rashta de aquel entonces definitivamente no tenía contacto con otros hombres.

A menos que hubiera juzgado mal, Glorym sería su hija.

Definitivamente.

Definitivamente.

Definitivamente.

***

Cuando abrí la tapa de la caja deformada en una esquina, encontré una joya azul claro en su interior. Una joya con una luz blanca resplandeciente como la de un hada.

Suspiré inconscientemente.

La leyenda contaba que esta joya, llamada 'lágrima de hada', provenía de un hada que perdió a su pareja y cayó en un sueño eterno.

Era muy, muy valiosa.

Hay muchas joyas preciosas valiosas, pero pocas con una historia tan misteriosa como ésta detrás.

La joya fue enviada por Sovieshu. Mi ex-esposo.

¿Qué quería conseguir? ... Ahora que recuerdo, hace unos años, le pedí esta joya para mi cumpleaños. Sovieshu estuvo de acuerdo al principio, pero luego cambió de opinión.

'Te la regalaré cuando tengamos nuestro primer hijo.'

¿Recordaba esa promesa?

Sintiendo una emoción desconocida surgir en mi interior, apreté el puño y volví a guardar la joya en la caja.

No había aceptado que fuera feliz al lado de Heinley. ¿Por qué envió esto? ¿Por qué envió algo que recuerda a nuestros días felices?

Además, este regalo tan valioso no fue enviado como un regalo oficial, sino como un regalo personal.
Aún no sabía qué regalos oficiales traía la delegación, pero habría sido mejor que lo hubiera enviado a través de ellos.

Tras cerrar la caja, finalmente llamé a Evely para que se lo devolviera.

"¿Puedes devolver esto al Emperador Sovieshu?"

Sin embargo, Evely negó rápidamente con la cabeza y murmuró.

"Ah... lo siento, Su Majestad. Pero... Es difícil."

"Es incómodo para mí. Es un regalo de mi ex-esposo."

"Su Majestad Sovieshu me ordenó entregárselo. Si se lo devolviera..."

Evely habló con voz débil, juntando las manos con fuerza. Sólo después de escuchar esas palabras, comprendí la posición en la que se encontraba Evely.

Siendo la Emperatriz del Imperio Occidental, no me importaba devolver el regalo de mi ex-esposo. Sin embargo, Evely seguía viviendo en el Imperio Oriental como uno de sus ciudadanos.

Al final, no tuve otra opción que permitir que se marchara, dejando la caja sobre una pequeña mesa mientras reflexionaba.

Sovieshu me lo había entregado en secreto a través de Evely.

Si se lo diera a alguien de la delegación del Imperio Oriental... incluso si especificara que era para ser 'devuelto' al Emperador, parecería que estaba enviando un regalo a Sovieshu.

La única alternativa era enviarlo en secreto con alguien del Imperio Occidental.

Pero para eso tendría que conseguir a alguien que creyera en mí tan plenamente que ni siquiera considerara extraño que enviara algo así a Sovieshu.

¿Existía una persona que cumpliría con eso y quisiera ir al Imperio Oriental a encontrarse con Sovieshu?

¿Debería hablar primero con Heinley? ¿Pero no se ofendería?

Cada vez que me escuchaba hablar en buen sentido de Sovieshu, se entristecía.

Si le dijera que me envió un regalo sumamente valioso, ¿no se afligiría y preocuparía?

Aun así, tenía que decírselo. Pero debo hacerlo con las palabras correctas y en el momento adecuado.

Mientras estaba sumida en mis pensamientos. Inesperadamente, el Gran Duque Kapmen vino a visitarme y me hizo una pregunta extraña.

"Su Majestad, ¿es usted muy cercana a la Señorita Evely del Imperio Oriental?"

"¿Por qué?"

Una vez que le pregunté extrañada, su expresión se volvió seria.

"Estoy celoso. Yo también quiero estar cerca de ti."

"Hmm."

"Fue una tontería, Su Majestad. Por favor, perdone mi descortesía. Vine aquí porque la Señorita Evely tenía pensamientos extraños."

"¿Pensamientos extraños?"

"Quiero ocultar esta habilidad todo lo posible porque podrías tener miedo de mí, pero te sigo contando todo, mi hermoso hielo al que no puedo acercarme... ah, lo siento. El Imperio Oriental sospecha que el Imperio Occidental atacó a sus magos."

Debido a las incoherencias del Gran Duque Kapmen, no comprendí inmediatamente la gravedad de sus palabras.

Después de unos treinta segundos, pregunté sorprendida.

"¿En serio?"

"Sí."

Los ojos del Gran Duque Kapmen se entrecerraron brevemente mientras hablaba.

"Parece haber una muy buena razón..."

Al instante, recordé la orden dada por Heinley a McKenna y la actitud del decano de la academia mágica hacia mí.

Parecía que Evely efectivamente había recuperado su maná, pero trató de ocultarme ese hecho.

El Gran Duque Kapmen me miró fijamente y añadió.

"Durante la investigación perdieron la prueba concluyente, así que el asunto no se hará público."

Por un momento, pensé que estas palabras habían sido solo para tranquilizarme después de escuchar mis pensamientos.

Mis piernas se debilitaron enseguida, así que me senté en un sillón cercano. Sentí una fuerte pulsación en mi muñeca y mi rostro se calentó al ritmo de las pulsaciones.

Intentaba fingir no darme cuenta de la situación, pero ya había llegado hasta aquí...

El Gran Duque Kapmen nunca pensó que esto resultaría de esta manera, así que dudó y se pasó la mano por la cara.

"¿No debí decirlo?"

"Está bien. No te preocupes."

No fue culpa del Gran Duque Kapmen. Se sorprendió al saber que los magos del Imperio Oriental sospechaban que el Imperio Occidental era el principal responsable del fenómeno de la disminución del maná, así que vino a informarme.

"Gracias por hacérmelo saber."

Después de que el Gran Duque Kapmen se retirara. Me quedé sentada en el sillón.

Sentía como si mi mente volara por el oscuro cielo del anochecer. Cuando volví a mis sentidos, Heinley llamó a la puerta de mi habitación.

"Adelante."

Contesté débilmente. No tenía energía para levantarme, así que enterré la parte superior de mi cuerpo en el sillón y cerré los ojos.

Ni siquiera tenía apetito. No importa cuántos platos deliciosos preparara Heinley, hoy no tenía ganas de comer.

¿Debería preguntar directamente a Heinley sobre el fenómeno de la disminución del maná? ¿Aunque saliera de su boca que quería perjudicar a mi país?

Sentí una presión sofocante en el pecho, hasta que la voz de Heinley llegó a mis oídos.

"¿Reina? ¿Qué es esta caja?"

¡Oh, la caja!

***

Al traer a los padres falsos, el Duque Elgy le pidió que nunca aceptara someterse a una prueba de paternidad.

Naturalmente, si se realizara una prueba de paternidad, se descubriría enseguida que se trataban de padres falsos.

Recientemente, la controversia sobre los padres falsos se desató por la aparición de su verdadero padre. Rashta, siguiendo el consejo del Duque Elgy, insistió en que no se sometería a una prueba de paternidad.

Fue como si se hubiera puesto una venda en los ojos, pero hubo personas que entendieron a Rashta en ese momento.

Sería humillante someterse a una prueba de paternidad. La gente prefería resolver las cosas sin utilizar este método en la medida de lo posible, especialmente los nobles.

"¿No es sospechoso que se niegue a una prueba de paternidad?"

"Entonces, ¿no es una princesa sino una hija ilegítima?"

"Dios mío, ¡sería terrible si el único descendiente de Su Majestad el Emperador resulta no serlo!"

Había innumerables familias dedicadas a producir la próxima emperatriz, y Rashta no tenía poder para protegerse.

El único que podía ayudarla era el Vizconde Roteschu. Pero el Vizconde estaba buscando a Rivetti, así que no lo veía en absoluto.

Si no enviara cartas o personas a pedir dinero periódicamente, sería imposible saber si seguía con vida.

'Qué debería hacer... Qué debería hacer ahora...'

Rashta caminaba de un lado a otro de la habitación, con fuertes pisadas.

Si se sometiera a una prueba de paternidad, se descubriría que no es de la nobleza.

Afortunadamente, su verdadero padre era ahora un plebeyo. Ser hijo de un plebeyo era mejor que ser hijo de un esclavo.

Aunque no podía convertir a su hija en la sucesora del emperador, varias emperatrices que la precedieron también habían sido plebeyas.

'No, no, no. Entonces, mi Glorym sería despreciada.'

Rashta se tiraba del cabello inconscientemente. Se frotó el cuero cabelludo con brusquedad antes de tirarse en el suelo.

Estaba demasiado asustada y preocupada para soportarlo.

No podía someterse a la prueba de paternidad. No debía hacerlo. Pero cuanto más se retrasaba la prueba, más se dudaba del verdadero padre de la princesa.

Ni siquiera podía recurrir al Duque Elgy en esta situación. Evidentemente, visitar al Duque Elgy que se había visto envuelto en varios escándalos, no haría más que acrecentar los rumores.

'Qué debería hacer, qué debería hacer....'

Tras una larga reflexión, Rashta llegó a una conclusión.

'Me someteré a la prueba de paternidad.'

La única razón por la que no podía aceptar someterse a la prueba de paternidad era por su verdadero padre y los Vizcondes Isqua.

'Haré que ambos desaparezcan.'

La gente podría encontrar extraño que desaparecieran al mismo tiempo, pero si los Vizcondes Isqua y su verdadero padre desaparecieran, sería imposible saber la verdad.

Tras llegar a esta conclusión, Rashta esperó primero a tener noticias de su verdadero padre. Periódicamente enviaba a su sirvienta a pedir dinero, y ya era hora de que viniera.

Podría contactarlo primero, pero eso sería demasiado notorio. Tenía que esperar a que su verdadero padre se acercara primero, como siempre.

Por supuesto, estaba un poco preocupada. Pero su padre envió a la sirvienta como de costumbre, a pesar de los rumores que rodeaban a Rashta.

"Saludos, Su Majestad la Emperatriz. Aquí está..."

Al recibir la carta de manos de la sirvienta, Rashta derramó lágrimas involuntariamente, sintiendo la pérdida de algo que se había estado acumulando en su interior.

Sin duda, le preocupaba lo que pudiera pasar si su verdadero padre actuaba de forma diferente esta vez. Sin embargo, se limitó a actuar como siempre. ¿Por qué es tan dolorosa esta opresión en mi pecho?

"¿Su Majestad?"

Mientras Rashta derramaba lágrimas, la sirvienta preguntó sorprendida.

"¿Se encuentra bien?"

¿Cómo que si me encuentro bien? Rashta casi gritó. ¿Sabe perfectamente lo que está pasando ahora mismo y me pregunta si me encuentro bien?

Sus ojos se agrandaron y miró ferozmente a la sirvienta, provocando una extraña y espeluznante impresión como la de un monstruo marino en las profundidades del mar.

La sirvienta se estremeció, bajando la mirada. Rashta se mordió el labio inferior y ordenó a la sirvienta que la dejara sola.

Entonces, respiró profundamente y abrió el sobre. Mientras sacaba la carta, una esperanza indeseada volvió a surgir en su interior.

Esta vez. Tal vez esta vez quería comportarse como un buen padre.

Se despreciaba a sí misma por tener tal esperanza, pero ciertamente se sentía así.

Rashta finalmente sacó la carta y la leyó rápidamente. Necesito dinero para esto... además, quiero hacer esto... pedía lo mismo de siempre.

Ni siquiera se molestó en preguntar por ella. Sólo escribió lo complicado que estaban siendo estos días para él. Sin embargo, la cantidad solicitada fue superior a la habitual. No es que desconociera del todo los rumores. Pero no hubo saludo, sólo pedía más dinero.

Las lágrimas se deslizaban por su rostro.

Rashta tiró la carta a un lado, se puso en cuclillas en el suelo y se cubrió la cara con ambas manos.

Entonces, se tocó con las puntas de los dedos la cicatriz de la frente, que había sido ocasionada por una sirvienta en el pasado.

Por mucho que la cubriera con el flequillo, la cicatriz seguía ahí, y le molestaba mucho. Rashta se rascó la cicatriz con las uñas mientras pensaba.

¿Por qué nací como esclava? ¿Por qué tuve que ser hija de esa basura? ¿Por qué Navier nació como noble? ¿Por qué Navier tuvo padres cariñosos y vive felizmente?

Navier también debió pasar por momentos difíciles. Eso lo sabía. Pero no tanto como ella.

Fue diferente desde el principio. Ella no tenía nada, así que simplemente extendió las manos.

Quería tener mucho, quería ser amada, quería reír y quería ser feliz.

Quería a alguien que la amara de verdad, no a un padre que abandonó a su hija, ni a un hombre que le prometió amor y la apartó.

Amar y ser amada por completo. Sin ser discriminada por ser esclava.

'¿Eso está mal? ¿Eso está tan mal? Le robé el trono a la emperatriz... le robé a su esposo... Sí, lo hice. ¿Por eso estoy siendo castigada de esta manera?'

Rashta se rió entre lágrimas.

'De ninguna manera. No puede ser. Absolutamente no.'

Siempre había sido infeliz, como para decir ahora que estaba sufriendo por el hecho de haberle robado el puesto a la emperatriz.

Se encontraba infeliz sin hacer nada, así que esta vez intentó hacer algo. Pero su infelicidad se hizo aún mayor.

¿Por qué? ¿Por qué las personas felices son felices hasta el final, y por qué las personas infelices son infelices hasta el final?

¿Me encuentro infeliz por no haberme conformado con mi vida? ¿Qué habría pasado si lo hubiera hecho? ¿Se suponía que debía vivir toda mi vida como una esclava obediente con la esperanza de que un día mi padre viniera a rescatarme?

Rashta sollozó y golpeó la alfombra con el puño.

Cada vez que su puño golpeaba la alfombra, el espléndido anillo en uno de sus dedos se clavaba bruscamente en su piel.

La sangre fluía por su mano, pero no sentía dolor.

Sentía como si el espléndido anillo mordiera su piel y susurrara. 'Esta posición no te corresponde. No encajas en una posición tan alta. No eres digna de mí.'

Mientras las lágrimas caían por sus mejillas, Rashta de repente dejó de llorar.

Había cambiado de opinión.

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