La Emperatriz se volvió a casar 166

Aislamiento

Después de que Navier y el Gran Duque Kapmen se retiraron, Heinley se sentó de nuevo en la silla de su escritorio e instó a McKenna.

"¿Estás seguro?"

"Sí, los caballeros lo confirmaron."

"No, ¿por qué de repente? Pensé que podría aburrirse, así que añadí un área de juegos. También dejé entrar a algunas de sus amistades para que le hicieran compañía. Además, se le daban todas las comidas que le gustaban. ¿Por qué se suicidaría? Es una mansión muy grande, ¿no?"

"¿Tal vez sea por la carta que le diste entre sus comidas?"

Ante las palabras de McKenna, Heinley emitió un, "Ahh," sabiendo a qué se refería, pero no estaba de acuerdo.

"¿Por la carta en la que decía que el viejo Duque Zemensia decidió abandonarla para salvar a sus sobrinos?"

"Debió ser muy impactante. Incluso el día de la reunión, parecía muy decepcionada del viejo duque."

"Por eso no lo entiendo."

"¿Eh?"

"¿Creía que su padre, que la abandonó una vez, no la volvería a abandonar?"

"Bueno, cada persona piensa de forma diferente, ¿no es así?"

McKenna chasqueó la lengua como si lo lamentara un poco y preguntó,

"En cualquier caso, los muertos no pueden ser revividos. Ya pasó. ¿Qué piensas hacer ahora?"

"¿No dejó un testamento o algo así antes de suicidarse?"

"No hizo tal cosa."

"Inventa uno y tráelo."

"¡!"

"Debe culpar a su padre."

Tras un momento de reflexión, Heinley asintió como si se le hubiera ocurrido algo más y añadió,

"A las damas de compañía que estuvieron encarceladas con mi cuñada les daremos una última oportunidad."

***

"¡¿Qué demonios estás diciendo?! Christa se suicidó."

El viejo Duque Zemensia se levantó de un salto. El plan en el que estaba trabajando ahora mismo salió volando del escritorio.

El subordinado, que trajo la noticia, bajó la mirada apenado. El Duque Zemensia negó con la cabeza mientras sus manos temblaban.

"¡No puede ser! ¡Esa chica tan fuerte nunca se quitaría la vida!"

No pasó mucho tiempo antes de que sus ojos conmocionados se volvieran amenazantes con una furia ardiente.

"¡Heinley, ese maldito emperador mató a mi hija y lo disfrazó como un suicidio!"

A través de la ventana abierta se podían escuchar las voces de sus dos nietos peleando por un pequeño potro.

"Hermano, deja de quitarme lo que es mío."

"Nunca quieres compartir, eres una persona codiciosa."

Cada uno levantaba la voz para señalar la injusticia. El viejo duque se acercó a la ventana y la cerró de golpe.

Encogiéndose de hombros aún más, su subordinado dijo,

"Se ha encontrado... un testamento, Duque."

El viejo duque, que miraba a los dos niños que corrían alocadamente por los campos privados, se dio la vuelta.

"¿Cómo que un testamento?"

"Eso es.."

"¡Habla claramente!"

"Christa dijo que tenía el corazón roto por haber sido abandonada por el Duque. Dijo que no esperaba que el Duque, entre todas las personas, no estuviera de su lado, y dijo que estaba tan destrozada que ya no tenía motivos para vivir."

Los ojos del viejo duque se agitaron, sintiendo un dolor punzante en lo profundo de su pecho. Las lágrimas nublaron sus ojos, perdió el equilibrio y se retorció.

"¡Duque!"

El subordinado sujetó al viejo duque a toda prisa.

"Por aquí, por aquí."

Una vez que sentó al viejo duque en la silla, el subordinado se movió con impaciencia.

El viejo duque se reclinó en la silla y se quedó atónito por un momento antes de sacudir la cabeza.

"¡Falso! ¡Es un testamento falso!"

"Las damas de compañía que fueron a Compshire con Christa afirmaron que el testamento era verdadero."

"¿Qué?"

"Además, también dijeron que Christa desde que llegó a Compshire siempre le guardó rencor. Cuando todo le iba bien, el viejo duque estuvo a su lado como una persona dispuesta a dar su corazón y su alma por su bienestar, pero en cuanto se volvió inútil, la abandonó por su estatus y sus nietos."

Los ojos del Duque Zemensia temblaron.

"¡No! ¡Imposible! ¡Es mentira!"

El rugido del viejo duque detuvo las risas que venían del otro lado de la ventana. El viejo duque se levantó de nuevo agitando los puños, sacó su espada de la pared y gritó,

"Todo esto es obra del Emperador Heinley."

Un fuego brotó de sus ojos.

'¿No me advirtió que colgaría a mi hija? Incluso si Christa realmente se había suicidado, ¿no podría haber sido influenciada por Heinley?' Pensaba firmemente que se trataba de una jugada de Heinley.

'¿De qué otra forma podría haberse enterado Christa, si estaba encarcelada, de que había decidido abandonarla de nuevo?' Hasta donde el viejo duque sabía, sólo ellos dos estaban al tanto.

"¡Maldito Emperador! ¡Nunca lo dejaré en paz! ¡Nunca!"

La presión arterial del furioso viejo duque se disparó, entonces se tambaleó y se desplomó nuevamente en su silla.

"¿Qué pasa con Ketron? ¿Qué está haciendo? ¡Su prima ha muerto, pero ni siquiera lo he visto!"

***

"Marqués Ketron es despreciable, pero inteligente. Es inteligente, pero un poco perezoso."

Heinley sorbió su té y dijo indiferentemente.

"Ni siquiera dio la cara cuando difundió el rumor de la infertilidad, sólo avivó las llamas entre bastidores. Ahora que mi cuñada murió, tampoco dará un paso adelante."

"Bueno. Ya está dando un paso adelante en otra dirección."

"¿De qué estás hablando?"

"Escuché que el Marqués Ketron envió a la Emperatriz una cuna de bebé importada del continente Hwa."

"¿Qué? ¿Ahora?"

"Sí."

"¿Eh? Se está cambiando más rápido de lo que esperaba."

"Podría ser una acción arbitraria de la Marquesa Ketron. Anteriormente, el Marqués intentó sacar provecho del supuesto romance de Su Majestad, y salió perjudicado. Desde entonces, la relación entre los dos se ha deteriorado."

Heinley asintió, diciendo que podría ser el caso.

De todos modos, este incidente produjo una ruptura total con el viejo duque.

Dado que se trataba de una familia que había cimentado su reputación a lo largo de generaciones, no caería inmediatamente, pero la posibilidad de que Heinley y el viejo duque se unieran había desaparecido por completo.

"Su Majestad, ¿cómo piensas actuar ahora? El viejo duque no creerá que Christa se ha suicidado."

"Así es. No lo soportará mientras piense que soy el culpable."

"Definitivamente no se quedará tranquilo. Incluso cuando surgieron problemas con el Imperio Oriental, todo el mundo quiso dejarlo pasar, pero acabamos obteniendo una disculpa del Gran Duque Lilteang porque el viejo duque no dio un paso atrás."

"Oh, me agradaba mucho el viejo duque en aquel entonces. Especialmente cuando rugía, '¿creen que porque nuestro país es pequeño, nuestro orgullo también lo es..?'"

Heinley, que suspiró por un momento y sacudió la cabeza, pronto sonrió y habló despreocupadamente.

"De todos modos, ahora que se ha llegado a esto, hay que aprovechar su temperamento feroz que sólo mira hacia delante y se abalanza."

"¿Qué quieres decir?"

"Enfurecerlo aún más para que se vuelva abiertamente hostil hacia mí, hasta el punto de que sus ayudantes cercanos piensen, '¿No es peligroso estar en este bando?'"

Formar parte del Imperio Occidental estaba por encima de ser ayudante cercano del viejo Duque Zemensia.

"¿Por qué no culparlo de un crimen que sea conveniente?"

"Tenemos que dejar que todos lo vean enloquecer con sus propios ojos. Seré pasivo, McKenna."

Heinley entregó tranquilamente el testamento de Christa a McKenna.

"El Duque Zemensia intentó deshonrarme y aislarme entre los nobles. Así que también lo aislaré entre los nobles haciendo que parezca que ha enloquecido."

"Lo entiendo... pero ¿por qué me das el testamento?"

"Dáselo al viejo duque. Ofrécele mis más sinceras condolencias."

***

Nunca pensé que Christa se suicidaría.

La inesperada noticia parecía haber conmocionado a todos. Me senté en el sillón de mi habitación y miré la maceta junto a la ventana. Era la maceta que me había enviado Christa.

Intentaba no pensarlo demasiado, este tipo de noticias no son buenas durante el embarazo...

Sin embargo, seguía recordándolo.

Por supuesto que no me agradaba Christa. Pero no me alegraba saber que había muerto. Hubiera preferido que permaneciera sana en Compshire, todo lo resentida que quisiera.

Sacudí la cabeza rápidamente para alejar los pensamientos sobre ella. En lugar de permanecer sentada, me levanté, recorrí la habitación y salí al salón.

Afortunadamente, funcionó. Al entrar en el salón, me vino a la mente un nuevo problema.

El problema era la cuna enviada por la Familia Ketron.

Una cuna de la más alta calidad que me colocaba en una posición incómoda y difícil de manejar.

La cuna en sí era magnífica, pero como fue enviada por el Marqués Ketron, que siempre había sido hostil, había opiniones divididas sobre qué hacer.

De hecho, además de esta cuna, el salón estaba lleno de regalos para el bebé que los nobles enviaban cada día.

En ese momento, llamaron a la puerta del salón y un caballero me informó de la llegada del Gran Duque Kapmen.

¿Fue por la lección de maná? Heinley nos había interrumpido de forma extraña mientras me enseñaba.

"Su Majestad la Emperatriz."

Parece que no es el caso.

Al entrar, el Gran Duque Kapmen parecía menos tranquilo de lo habitual. Su voz también era alta.

"¿Qué sucede?"

"Tengo algo que informar sobre los equipos de comercio."

Además, tenía algo urgente que informar.

Esto era inquietante. La vez que vino a verme así fue para decirme que el equipo había sido detenido en Whitemond, ¿cierto?

Lo miré nerviosamente. ¿Qué pasó esta vez?

Sin embargo, lo que apareció en los labios del Gran Duque Kapmen fue una sonrisa brillante.

''¡Recibí noticias de uno de los equipos de prueba!"

"La respuesta..."

"¡Genial! ¡Dicen que es genial!"

***

Rashta consideraba al Vizconde Roteschu y a los Vizcondes Isqua como sanguijuelas que chupaban su dinero.

La situación se complicó aún más ahora que su verdadero padre se unió a ellos.

"¿Quiere que le envíe dinero otra vez?"

"Sí, no se encuentra bien de salud y necesita dinero para cubrir los gastos médicos..."

Rashta se envolvió la cabeza con ambas manos.

La sirvienta, a la que Rashta envió a su verdadero padre para que hiciera los recados, bajó la mirada como si se arrepintiera de haber dicho esto.

Pero la verdad es que la sirvienta no se arrepintió en absoluto.

El verdadero padre de Rashta se había vuelto más codicioso cuando se trataba de sacarle dinero, pero era bastante generoso con las personas que le rodeaban.

Entre esas personas también estaba esta sirvienta.

"¡Se encontraba bien de salud hace unos días! ¡¿Qué clase de gastos médicos son esta vez?!"

"No lo sé. Sólo transmito su mensaje."

Eventualmente, Rashta sacó unas cuantas joyas de su joyero y se las entregó a la sirvienta.

Una vez que la sirvienta se retiró, Rashta se derrumbó en la cama y se agitó. No había ni una sola persona que la quisiera. ¡Ni una sola!

'No. Tengo al Duque Elgy.'

Justo entonces, los Vizcondes Isqua vinieron a visitarla.

'¿Vienen a pedir dinero nuevamente?' Rashta estaba nerviosa, pero la pareja no parecía estar aquí hoy por dinero.

"Dios mío, ¿es cierto que Su Majestad no quiere mostrarle a la princesa?"

"Eres la madre, ¿¡cómo no va a mostrarte a la bebé!?"

"¿No era la Vizcondesa Verdi tu dama de compañía? ¿Por qué esa dama de compañía se convirtió de repente en la niñera de la princesa?"

Viendo a la pareja preocupada por ella, Rashta rompió a llorar.

Hace tiempo que nadie la consolaba, y cuando finalmente alguien se puso de su lado, las lágrimas se desbordaron como si una represa hubiera colapsado.

Tras un largo llanto, Rashta sollozó y susurró,

"Todo es por culpa de la futura concubina, Evely."

"¿Evely? ¿Por qué esa chica?"

"¿Qué te hizo ella?"

"No hizo nada abiertamente. Pero si no fuera por esa chica, Su Majestad no tendría ninguna razón para alejarse repentinamente de Rashta."

"Eso es cierto. Una persona enamorada se vuelve ciega."

Rashta lloró aún más en los brazos de la Vizcondesa, y levantó ligeramente la vista para examinar sus expresiones.

El Vizconde y la Vizcondesa Verdi hablaban de lo vulgar que era Evely. Lejos de considerarla su verdadera hija, tenían rostros de enojo y de rechazo.

'Es un alivio.'

Rashta se sintió mejor. No parecía haber una atracción instintiva hacia ella por lazos de sangre ni nada parecido.

Pero no podía tomarlo a la ligera.

Así como el Vizconde Roteschu descubrió que se trataba de Evely, los Vizcondes Isqua también podrían hacerlo.

Ahora estaban embriagados por la gloria de ser 'los padres de la emperatriz', inmersos completamente en la alta sociedad, pero nunca se sabe cuánto durará.

"No me gusta que esa chica esté en el palacio imperial."

Dicho esto, Rashta sacó un pañuelo y se limpió los ojos.

La odiaban tanto, que no irían de la nada a hacerse una prueba de sangre.

Pero tenía que alejar a Evely. Enviarla a un lugar donde ninguno de los dos pudiera encontrarla.

Sin embargo, el panorama no sería bueno si tomara la iniciativa y echara a Evely. Más aún si la situación se torciera y descubrieran que Evely era su verdadera hija.

Así que era necesario que los Vizcondes Isqua echaran a Evely por su cuenta, en un arrebato de 'amor extremo'.

"No te preocupes, Rashta. Parece que la chica no es una maga competente. No hace falta decir que eres la más bonita. Tarde o temprano, Su Majestad perderá el interés en esa maga."

"Así es. Sólo tiene un poco de curiosidad porque es una maga."

Después de que los Vizcondes Isqua se fueron. Rashta dejó escapar un profundo suspiro, volvió a la cama y se tumbó boca abajo.

Una vez calmada, recordó que tenía otro asunto urgente que atender además de Evely.

Rashta abrió el calendario para ver cuánto tiempo quedaba del plazo de un año que le prometió Sovieshu.

Sí, un plazo. Era una emperatriz temporal. En el tiempo que le quedaba, tenía que reconquistar el corazón de Sovieshu y recuperar a su bebé.

De lo contrario, podría no volver a ver a su hija.

"¡Arian!"

"Sí, Su Majestad."

"Pide prestado un bebé."

"¿Qué?"

"Sí, un bebé. Pide prestado un bebé del mismo tamaño que la hija de Rashta. Te daré el dinero, sólo pide que me lo presten por seis horas al día."

"Pero por qué un bebé de repente..."

"Puedes decir que la princesa necesita una amiga de su edad."

Arian estaba confundida, pero asintió y se marchó.

Rashta entonces exhaló pesadamente.

'Sólo debo practicar cargando a un bebé. Entonces seré capaz de sostener en mis brazos a Glorym sin dejarla caer. Un oso de peluche no es como un bebé.'

Rashta se palmeó las mejillas y sacudió los hombros.

'No importa lo difícil que sea, Rashta siempre se sobrepone. Esta vez también tengo que sobreponerme.'

Tenía que encontrar la manera de lidiar con Evely, recuperar a su hija, reconquistar el corazón de Sovieshu, tratar con su verdadero padre y ocuparse del periodista.

El periodista estaba recibiendo tanta atención que era difícil ocuparse de él ahora mismo, pero tenía que haber una manera. Eso era seguro.

Justo entonces.

"Su Majestad la Emperatriz."

Arian, que había salido, volvió a entrar e informó.

"Un joven llamado Alan desea ver a Su Majestad."

"¿Quién?"

"Alan Rimwell."

Rashta se levantó de un salto y estuvo a punto de gritar, '¿se ha vuelto loco?' Sin embargo, las siguientes palabras de Arian ahogaron el grito.

"Trae a un niño."

"¿Un niño?"

"Sí."

Al principio, quedó tan perpleja que no pudo hablar.

Tuvo un fuerte impulso de ordenarle que lo sacara inmediatamente. Pero Rashta pronto cambió de opinión. Pensándolo bien, podría ser algo bueno. Necesitaba un bebé para practicar. ¿No era este el bebé que le causó el trauma?

Su primero hijo se parecía mucho a la princesa, así que ¿no sería mejor practicar con este bebé?

"Bueno. Déjalo entrar."

"Sí, Su Majestad."

Momentos después, Alan apareció con un pequeño niño en sus brazos, cuyo rostro estaba prácticamente oculto por unas mantas y un gran sombrero.

Rashta, que cerró la puerta del salón y ordenó que no entrara nadie, miró con desdén a Alan y a su primer hijo.

Lo dejó entrar porque pensó que sería útil porque venía con el bebé, pero no pudo soportarlo cuando lo vio.

"Qué desvergonzado. ¿Por qué has venido aquí?"

"Rashta..."

"Llámame Su Majestad la Emperatriz. ¿Acaso Rashta es amiga tuya?"

"Tenía un asunto que atender en el palacio imperial, así que decidí aprovechar la oportunidad de pasar por aquí para que vieras al bebé..."

"¿Qué asunto?"

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