Martes, 16 de Febrero del 2021

Historia en la Biblioteca 33

La Vivian bien hablada desapareció y arrastró los extremos de sus palabras. Era como si hubiera caído inconsciente con los ojos muy abiertos.

Incluso la propia Vivian se dio cuenta de que sus reacciones y pensamientos eran bastante transparentes. Después de todo, aunque llegara a la cima del campo, seguía teniendo cero experiencia. No, incluso en ese caso, nunca habría imaginado que él se lo pidiera directamente. No era ni siquiera un poco romántico.

Vivian se sujetó el corazón, que latía con fuerza, y respondió con una expresión seria.

"Erudito, eres mucho más atrevido de lo que pensaba"

Ray se rió como si se hubiera quedado sin palabras: 

"No creo que mi Señora deba ser quien diga eso"

"Dado que ya ha visto a través de mis esquemas, no se puede evitar. ¿Vas a cruzar la línea?"

"¿Qué deseas de mí?"

"Citas."

"¿Qué deseas de las citas?" 

Era una voz suave, como si le hablara a un niño pequeño.

Vivian apretó los labios formando una línea. Se había dado cuenta de que Vivian tenía más que ganar no con el acto de salir, sino de formar relaciones románticas.

'¿Era un fantasma?'

Pensó Vivian asombrada en su interior. No podía entender qué parte de su conversación había servido de indicio. Una cosa era que Ray se diera cuenta de que le gustaba en una sola mirada, pero otra totalmente distinta era que viera a través de sus oscuras intenciones.

Tal y como ella había pensado, él no era un hombre normal. Era un hombre con otras tantas capas llenas de misterio.

"No hay nada que pueda querer, ¿verdad?"

"¿Es una venganza contra la casa del bibliotecario que te persiguió?"

"¡Qué, no!"

Era mentira decir que estaba totalmente desprovista de venganza. Había muchas noches en las que tiraba las mantas y lloraba con rabia, pero, para Vivian, su vida ahora mismo era mucho más emocionante y divertida. Para ser sincera, odiaba el hecho de tener que perder el tiempo si quería vengarse.

"¿Quieres riqueza?"

"No necesito dinero"

Más bien, tenía más que suficiente hasta el punto de que se pudría en su bolsillo.

"¿Fama? ¿Poder?"

"¿Hay algo en este mundo que sea más tedioso de asumir que eso?"

La razón por la que usaba un seudónimo en lugar de su nombre real era que perdería su vida privada y estaría bajo vigilancia todo el día y encontraba esa situación agobiante.

No, antes de eso, ¿Cómo sería posible obtener venganza, riqueza, fama o poder a partir de una relación con un erudito?

Vivian habló con una mano sobre el corazón: "No deseo esas cosas materialistas. Sólo deseo al propio erudito Ray".

Para ser honesta, además de gustarle, necesitaba experiencia para salir con alguien tan cercano a su tipo ideal. Para ser más específicos, era la experiencia que ella requería para expresar con precisión las emociones que están involucradas en el romance.

"¿Deseas mi corazón?"

"Si bien es cierto que tengo interés en el erudito, no espero tu corazón"

Aunque sería estupendo tenerlo, esto no era un factor decisivo.

Lo importante era si Vivian sería capaz de sentir las mismas emociones y la misma lujuria que la protagonista. Por supuesto, también era útil entender la psicología del protagonista masculino.

Al fin y al cabo, el resto era mejor que estuviera velado por la imaginación y la fantasía en lugar de ser demasiado realista.

"Entonces, ¿deseas mi cuerpo?"

Sus palabras fueron interpretadas de una manera diferente a la prevista.

Desear a otra bajo el velo de las citas -la propia Vivian se sintió como si se hubiera convertido en una bribona y comenzó a explicarse como si su vida estuviera en juego-: "Mira esto. Soy una bestia muy segura que ha sido encadenada".

Vivian se dirigió sinceramente a sí misma como bestia y mostró su anillo: 'La única piel que se me permite tener es la de tomarte de la mano. No me abalanzaría sobre ti'

“……..”

"Todo está bien, así que anímate y yo me haré responsable y te alimentaré"

Aunque había ocultado sus oscuras intenciones, seguía hablando con sinceridad.

"Qué bien"

Justo en ese momento, la mano que le frotaba la barbilla se acercó a sus labios y Ray murmuró. Los dedos que trazaban esos labios rojos parecían los de un pintor.

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