Martes, 16 de Febrero del 2021

Historia en la Biblioteca 30

"¿A qué método te refieres?"

"Si mi querido hermano no trae una gentil dama para el próximo consejo, anunciaré que retrasaré el matrimonio de los Reales"

En eso, el ocio del Gran Duque, que se había mantenido a lo largo de toda la conversación, se resquebrajó finalmente. Era una expresión que gritaba de fastidio.

"Si el Palacio Real y el Imperio se derrumban por la falta de un heredero, el hermano tendrá que asumir las consecuencias"

Justo en ese momento, el socio cercano del Emperador que había observado al Gran Duque dio un ligero salto de sorpresa. Durante un breve momento, la intención asesina había llenado los ojos azules de Aidan.

Aunque fue muy breve, los pensamientos del Gran Duque parecían transparentes. La mirada que escudriñaba a Julian de pies a cabeza era la de un demonio venido del infierno.

El allegado que había apoyado al Emperador desde la generación anterior sabía que la razón por la que Aidan no soñaba con rebelarse contra el actual monarca era que daba valor a algo más que a la autoridad y la reputación.

Por eso Julián no había muerto y había heredado el trono sin problemas.

“…….”

Una mirada de muerte brilló en sus ojos durante una fracción de segundo, pero Aidan parecía tranquilo y pacífico, sin siquiera un ligero aire de incomodidad. Era un par de ojos inorgánicos, sin un solo toque de emoción.

Por eso el Gran Duque daba miedo a los demás. Incluso el asesinato parecía ser tan natural como respirar para él. Mientras el estrecho colaborador del Emperador tragaba saliva con nerviosismo, Aidan esbozó una sonrisa como si fuera inocente del asunto de unos segundos antes.

"Si eso es lo que desea su Alteza, entonces seguiré sus órdenes. Traeré a una compañera que tenga intereses similares a los míos"

Colocó una mano sobre su pecho e inclinó la cabeza con todos sus modales y su corazón. Su pelo, que estaba desparramado, se deslizó hacia delante con sus movimientos.

Julián sonrió como si la respuesta fuera satisfactoria y asintió con la cabeza.

"Si ya es hora de que mi querido hermano madure. Es hora de que siente la cabeza"

El Emperador que estaba exultante no era consciente de que su vida estaba en peligro hace un momento. El socio cercano secretamente tragó un suspiro.

***

"¿Quién es ese que veo?"

Cuando Vivian vio al hombre que se dirigía hacia ella desde el otro lado del pasillo con una sonrisa enfermiza, su rostro se arrugó y se descompuso. Por eso odiaba pasear por el Palacio Real de día.

"¿No es la perra que huyó sin pagar la deuda de la salvación?"

Se balanceaba de un lado a otro mientras se acercaba y hablaba en un tono similar al de los municipales.

Leslie Marten. El heredero del Conde Marten. El primer hijo de su tío paterno.

También había oído que Leslie había debutado en el mundo político para heredar la Casa. Sin embargo, no había pensado que el alcohólico y ludópata tuviera el privilegio de pasearse por el Palacio Real.

Vivian trató de ignorar a Leslie al pasar junto a él. Sin embargo, él le bloqueaba el paso. Si ella se movía hacia la izquierda, él se movía también hacia la izquierda, si ella giraba hacia la derecha, él inclinaba su cuerpo y se pegaba a ella. No había forma de que ella lo evitara debido a su simple bloqueo con su enorme cuerpo.

Cuando Vivian le miró con un rostro frío y carente de emociones, él levantó una ceja como preguntando ¿Qué vas a hacer ahora? No iba a quedarse quieta con alguien que se burlaba de ella.

Vivian movió su boca antes cerrada.

"Guau guau"

“…….”

"Bark bark. Grrrrr"

"...... ¿Estás loco?"

Ladró con los dientes a la vista antes de encogerse de hombros como si no entendiera el lenguaje humano porque era un perro. Leslie se puso nervioso al pensar que Vivian no sería capaz de responder correctamente y temblar de miedo.

¿Sigo pareciendo una niña de diez años?

Vivian ya no era la niña que se quedaba sola toda la noche en la habitación del ático con sus lágrimas. Ahora era una persona capaz que había llegado a la cima de un mercado único por sí misma.

"¿Guau guau?"

Terminó de ladrar con una cara inexpresiva y se dio la vuelta. Al mismo tiempo, una mano repugnante agarró su hombro.

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