Hombres del Harén 842
Mientras él estaba ausente
Asure: Sino recuerdan el nombre Apera, regresar al capítulo 331
Ranamoon había olvidado por completo que Apera le había confesado su amor. No era de extrañar, ya que no era la primera ni la segunda persona en hacerlo.
Desde que entró en el harén, las confesiones habían disminuido considerablemente, pero en el pasado, incluso cuando asistía a regañadientes a eventos sociales, había recibido más de diez confesiones en el transcurso de una sola hora.
—Ah, ya veo.
No recordaba bien el rostro de Apera, pero tampoco quería parecer desmemoriado, así que respondió de manera vaga.
—¿Qué vas a hacer? ¿Te la llevarás?
Kallain apoyó un brazo en el marco de la ventana y preguntó con indiferencia. No solía preocuparse por los humanos.
Tampoco temía que Ranamoon desviara su atención de la Emperador. Si Ranamoon se interesaba en otra persona, Kallain simplemente se lo diría a Latil y ella lo expulsaría sin dudarlo.
Lo que sí le inquietaba era que esa humana trabajara en el invernadero de Girgol.
—La dejarás atrás, ¿verdad?
Kallain volvió a preguntar, confiando en la naturaleza desapegada de Ranamoon. Cualquier cosa relacionada con Girgol merecía precaución.
—La llevaré.
Pero Ranamoon respondió de manera inesperada.
Apera, que parecía haber escuchado la conversación a través de la ventana, hizo rápidamente una reverencia.
—¡Muchas gracias!
Ranamoon no le respondió directamente. En su lugar, dio órdenes al secretario.
—No me importa llevarla, pero que se mantenga lejos de mí. Asígnenle un carruaje apartado del mío.
—Así se hará, Sir Ranamoon.
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Mientras Ranamoon alejaba a Apera de la capital, Klein se preparaba para partir en segundo lugar.
Mientras los sirvientes apilaban cuidadosamente casi veinte equipajes dentro del carruaje, Klein miraba constantemente hacia el palacio principal, preguntándose si el emperador saldría a despedirlo.
— Su Majestad tampoco salió cuando Ranamoon partió. No espere demasiado, Alteza.
Vanille, incapaz de seguir viendo a Klein ilusionado, le advirtió en voz baja.
— ¿Me estás comparando con ese tipo?
Pero Klein desestimó de inmediato la consideración de Vanille con una sola frase.
Por supuesto que eran diferentes. En este momento, la posición de Ranamoon era mejor. Vanille lo pensó, pero mantuvo la boca cerrada.
No era un Axian sin tacto. Y Axian no estaba allí, pues había partido antes para inspeccionar el camino y asegurarse de que no hubiera peligros en la ruta de Klein.
— Todo está listo, Alteza.
Finalmente, un sirviente que había terminado de cargar el equipaje se acercó a Klein e informó.
Klein lanzó una última mirada llena de anhelo al palacio principal.
Pero la Emperador no apareció. Aunque era de día y no debería ser difícil apartar un momento.
— No va a salir. ¿Será que no quiere verme?
A regañadientes, Klein subió al carruaje.
Vanille también subió al mismo carruaje, y cuando el secretario y los tres escribas enviados por Latil, junto con los soldados encargados de escoltar a Klein, tomaron sus respectivos asientos, el carruaje comenzó a moverse.
Mientras observaba lentamente el paisaje a través de la ventana, Klein metió la mano en su bolsillo.
Dentro, tenía una carta enviada por Hyacinth. Era la respuesta que Hyacinth le había dado después de que Klein se quejara de no haber sido considerado como candidato para la misión diplomática.
Klein rompió el sello, sacó la carta y la desplegó. Debido a la acumulación de varios asuntos, solo ahora tenía tiempo para leer su contenido.
— ¿Qué dice Su Majestad?
— Que vaya primero. Le reclamé a mi hermano por no haberme considerado candidato para la misión.
Si la respuesta de Hyacinth era simplemente "ven primero", entonces parecía poco probable que su intención fuera ayudarlo. Vanille sintió un mal presentimiento y guardó silencio.
— Aun así, solo puedo confiar en mi hermano. Parece que Su Majestad quiere ayudarme.
Sin embargo, Klein lo interpretó de manera completamente opuesta y sonrió radiante.
Soñando con un futuro brillante, apoyó la cabeza contra la pared del carruaje con el corazón lleno de expectativas.
Si Hyacinth le pedía a Latil que "cuidara de su hermano", ¿tendría algún efecto?
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Exceptuando a Tasir, que ni siquiera pasó por el palacio, y a Girgol, que se había ido solo a algún lugar, Gesta fue el último en partir entre los que quedaban.
El hecho de que el Gran Canciller Lord viajara con él significaba que tenían más cosas que preparar.
Aunque ya había escuchado sobre la partida de Klein, Gesta no dejó el palacio hasta casi cinco horas después.
Antes de subirse al carruaje, fue a ver a la Emperador en su despacho. Sin embargo, el emperador estaba ocupado trabajando con una expresión seria mientras conversaba con el jefe de los sirvientes.
Gesta se apoyó en el marco de la puerta por un momento y observó a Latrasil trabajar.
— ¿Quiere que anuncie su presencia a Su Majestad?
Un soldado, al verlo dudar, le hizo la sugerencia en voz baja. Creyó que Gesta había venido a despedirse pero que no se atrevía a interrumpir.
— No… Está bien….
Gesta susurró suavemente, luego miró la frente de Latil por un momento más antes de darse la vuelta.
No es que no pudiera hablar, sino que simplemente le bastaba con mirar a la persona que le gustaba.
Cuando regresó, encontró a Canciller Rolurd buscándolo por todas partes, preocupado.
Tan pronto como su hijo se acercó con desgana, el canciller corrió hacia él y le agarró del brazo con urgencia.
— Gesta, ¿Dónde has estado sin llevar a Tree contigo? ¿Y si te hubieras caído por andar solo?
— Quería ver a Su Majestad… antes de irme lejos…
— Ingenuo muchacho, ¿crees que Su Majestad siquiera nota lo sincero que eres?
— Me gustaría que lo supiera… Pero no la pude ver…...
— ¿Quieres que papá se lo diga por ti?
Los sirvientes, que hasta entonces habían fingido no escuchar la conversación entre el mago negro y su hijo mientras hacían los últimos preparativos, no pudieron evitar estremecerse y mirar con horror al canciller tras oír esas palabras.
Gesta forzó una sonrisa y sacudió la cabeza.
— Está bien…..
— Pero aún así, papá puede.
— Está bien.
Gesta acortó su frase. Los sirvientes, sorprendidos, bajaron la cabeza y se hicieron los distraídos, ocupándose en otras tareas.
No tenían muchas oportunidades de ver de cerca a Canciller Rolurd, por lo que jamás habrían imaginado que fuera así.
Sin embargo, para Tree, esto no era nada extraño. Antes de que Gesta se casara, esto era algo que veía todos los días.
Desde su punto de vista, Gesta siempre había sido alguien demasiado tímido para decir lo que pensaba. En ese caso, ¿no era lógico que su padre hablara por él?
Antes de que Rolurd pudiera empeorar aún más la impresión que la gente tenía de él, Gesta se apresuró a subir al carruaje y escapar.
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—Todas las carrozas han partido, Su Majestad.
Latil, que ni siquiera había mirado hacia afuera mientras los consortes partían, finalmente dejó de trabajar al escuchar la noticia.
En realidad, ella también quería despedirse de cada uno personalmente, pero se contuvo a propósito. Tal vez por eso trabajó con aún más empeño.
—¿Todos se fueron sin problemas?
—Sí. Aunque hubo algunas situaciones peculiares.
—¿Peculiares?
—Cerca de los límites de la capital, una de las doncellas de Girgol se unió a la comitiva de Ranamoon.
—¿Una sirvienta de Girgol?
Latil recordó a la hermosa mujer de origen Willang. Ranamoon había roto sin piedad la carta de confesión que ella le entregó, en un incidente tan incómodo que hasta Latil lo recordaba claramente.
—¿Por qué con él?
—Parece que es porque ella también es de Willang.
—Ah…
Sonnaught trató de contener la risa al ver la expresión indiferente de Latil.
Sin embargo, sin querer dejó escapar una sonrisa, y acabó cruzando miradas con el mayordomo, quien inmediatamente lo fulminó con la mirada.
¿Por qué este idiota le cuenta a Su Majestad cosas tan irrelevantes? Se sintió irritado.
Sonnaught, intimidado por la mirada afilada del mayordomo, se apresuró a seguir informando.
—Eh… Además, el señor Gesta vino hasta aquí porque quería verla, pero terminó marchándose sin hacerlo.
—Nuestro Gesta… es realmente muy tierno.
—Sí…...
Esta vez, Sonnaught apretó los labios y desvió la mirada.
Latil continuó escuchando algunos informes más, pero una vez que el secretario se retiró, dejó escapar un suspiro.
El mayordomo relajó su expresión y sonrió.
—Parece que está preocupada.
—Siempre hemos estado juntos. Ahora que están separados, aunque sé que son fuertes, no puedo evitar preocuparme.
—Todos lo harán bien. Especialmente Sir Ranamoon.
El mayordomo miró a Latil con cautela, deseando hacer algunos comentarios positivos sobre la razón por la que Ranamoon había incluido a Apera en su grupo.
Sin embargo, antes de que pudiera elegir sus palabras, Latil miró el reloj y se puso de pie.
—¿A dónde va, Su Majestad?
—A ver a Jaisin. Debe estar molesto por no haber sido elegido como candidato para la carta diplomática. Ahora que todos los consortes han partido y solo queda él, aprovecharé la oportunidad para pasar un rato a solas con él.
—Sir Meradim también está aquí, Su Majestad.
El marqués Sable mencionó a Meradim a propósito, tratando de impedir que Latil se acercara demasiado a Jaisin.
—Por supuesto. Meradim también está aquí.
Latil lo dejó pasar con indiferencia y salió del harén en busca de Jaisin.
Sonnaught intentó seguirla, pero el mayordomo lo sujetó del brazo.
Latil notó que Sonnaught se había quedado atrás, pero no se detuvo.
De hecho, cuando iba a ver a un consorte, no necesitaba que Sonnaught la acompañara.
No, en realidad era mejor que no lo hiciera. A veces, incluso mientras se divertía con ellos, terminaba mirando hacia atrás.
Por si acaso Sonnaught decidía alcanzarla después, Latil apresuró el paso.
'Dicen que Jaisin grita su amor por mí mientras corre por la sala de entrenamiento'
A medida que se acercaba al campo de entrenamiento dentro del harén, su ansiedad se disipó naturalmente. Latil recordó la historia sobre Jaisin y soltó una risa.
'Que su corazón se agita cuando me ve'
Cuando llegó a la residencia de Jaisin, el guardia la saludó con firmeza y le preguntó:
—¿Desea que anuncie su llegada, Su Majestad?
Latil estuvo a punto de decir que sí, pero levantó la mano y negó con la cabeza.
El guardia apenas alcanzó a decir 'Su Ma…' antes de cerrar la boca.
Latil dio un paso más hacia la puerta y agudizó el oído. Desde el interior se escuchaban voces alzadas.
'¿Qué pasa? ¿Jaisin está discutiendo con alguien?'
Pero como varias voces se mezclaban, era difícil entender lo que decían.
Latil vaciló un momento, luego simplemente abrió la puerta.
A medida que caminaba por el pasillo entre la puerta exterior y la interior, las voces se hicieron más claras.
—¿Por qué es tan difícil simplemente decirle a Su Majestad lo que vimos?
El que discutía con Jaisin parecía ser Baekhwa.
'¿Y además están hablando de mí?'
El guardia lanzó una mirada preocupada hacia Latil.
Ella cerró la puerta exterior y apoyó la oreja contra la interior.
—Pero el señor Tashir dijo que estaba bien. Si él ha decidido guardar silencio, no deberíamos intervenir.
—Es demasiado terco, Sumo Sacerdote. Sir Tasir está callando esto por Hierlan.
—No, Paladín Baekhwa. No sabemos con certeza lo que ocurrió. Si tuviera la información completa, podría tomar una decisión, pero ni siquiera sabemos si Sir Gesta estuvo realmente involucrado o no.
'¿Gesta? ¿Tasir?'
Ahora también mencionaban a Tasir y Hierlan. Latil frunció el ceño.
—No entiendo por qué defiende tanto a ese brujo, Sumo Sacerdote. En lugar de eso, debería esforzarse por acercarse más a Su Majestad.
Latil recordó que Hierlan había desaparecido debido a un misterioso malestar y que Tasir lo había seguido para tratar de curarlo.
¿Acaso Baekhwa creía que Gesta tenía algo que ver con eso?
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