Hombres del Harén 707
Lo que quiero dar y lo que quiero recibir
«¿No dijiste que esa túnica costaban una fortuna, casi el precio de una casa?»
«El mayordomo vio eso quemarse y estuvo llorando todo el día»
«No me extraña que llorara. Incluso yo lloraría si lo viera delante de mí»
«Los nobles siempre son así, derrochadores. Pensé que el joven señor sería diferente»
Latil le miró sin comprender, luego volvió a apartar la vista cuando Siphisa llamó suavemente:
«¿Majestad? ¿Qué pasa?»
«Ah. No. Me ha parecido ver a alguien que conozco»
«¿Alguien que conoces?»
Siphisa miró en la dirección en la que Latil había estado mirando. Latil volvió a cortar la salchicha en trozos. Pero sus oídos y su mente seguían atentos a la gente que hablaba de la túnica.
«¿Pero por qué lo quemó?»
«Yo qué sé. ¿Nos va a contar algo a nosotros?»
«¿Lo sabe el mayordomo?»
«Seguro que lo sabe. Pero ¿nos lo va a contar?»
«Su Majestad. Su Majestad»
Siphisa le dio un golpecito en el brazo. Latil se levantó sobresaltada.
«¿Eh? ¿Qué?»
«Creo que lo has cortado demasiado fino»
Latil miró el plato y dejó el cuchillo con disgusto. La salchicha había sido cortada como rodajas de pepino, tal como había dicho Siphisa.
Latil deslizó el plato delante de Girgol y cogió uno para ella.
«¿Qué estás haciendo, jovencita?»
«Porque tú comes pétalos de flores.......»
«Y te dije que comieras algo adecuado»
Girgol retiró su plato.
«Es mezquino, es mezquino»
Latil protestó, medio fuera de sí. Girgol y Siphisa la miraron con la boca abierta.
«Jovencita»
gritó Girgol con voz disimulada, la mandíbula apretada y los ojos clavados en los de Latil.
«¿Eh? ¿Qué?»
«¿No estarán hablando esos humanos sobre Jardín de Flores?»
«.......»
Latil bajó las comisuras de los labios. Girgol la miró incrédulo, pero ella sólo se rió, sin asustarse lo más mínimo.
«Se trata de Jardín de Flores, ¿no?»
«¿Jardín de flores?»
intervino Siphisa, incapaz de entender que Girgol se refería a Sonnaught.
«¿Cómo voy a saberlo?»
murmuró Latil, tratando de no dejarse arrastrar por Girgol, cogió un trozo de carne convertida en salchicha, pero estaba tan finamente picada que no pudo detectar el menor atisbo de sabor grasiento.
«Oh, es insípido.......»
«¿Puedo sustituirlo?»
Ante la cautelosa pregunta de Siphisa, Latil hizo un gesto de que estaba bien y luego miró a Girgol.
Girgol enarcó una ceja, luego levantó las manos y se encogió de hombros.
«No te desquites conmigo, Jovencita. Tú eres la que ha hecho así el chorizo, ha sido el Jardín de Flores lo que te ha molestado»
«¿Es 'Jardín de Flores' algún tipo de palabra secreta entre ustedes dos?»
volvió a preguntar Siphisa, esperando meterse en la conversación de algún modo.
Pero el tema era de actualidad, a Latil le daba vergüenza decirle que se trataba de una historia sobre Sonnaught. En lugar de eso, Latil metió una salchicha en la boca de Siphisa.
«Pruébala. No está buena»
Siphisa la cogió mansamente y masticó como un conejo. Hizo una mueca que decía: 'Insípido', luego no lo hizo.
Latil se lo tendió de nuevo, curio, él volvió a comerlo, obediente.
«Jovencita...... no lo intimides»
Girgol, para no ser menos, bloqueó el tercer intento de Latil con el tenedor.
Latil decidió que era el momento y metió la salchicha en la boca de Girgol mientras éste seguía hablando.
Girgol, por reflejo, apretó los dientes con fuerza para bloquear el tenedor, pero la salchicha seguía en su boca y sólo era Girgol masticando un tenedor.
Latil soltó una carcajada y los ojos de Girgol se abrieron de par en par, incrédulo.
Latil soltó una risita ante aquello, de repente sintió que le ardían las comisuras de los ojos y se los limpió rápidamente con la manga.
«Majestad.......»
Latil se secó rápidamente los ojos y levantó la vista para ver a Siphisa mirándole con expresión inexpresiva.
La boca de Girgol emitió un chasquido. Girgol escupió un trozo de metal destrozado e inclinó la cabeza hacia un lado.
«No sé de quién es esta historia del Jardín de Flores ni de dónde viene, pero...... cualquier cosa que entristezca a mi madre, voy a borrarla»
Siphisa apretó el puño y cubrió cuidadosamente el dorso de la mano de Latil con la suya.
«¿Quieres que arranque todas esas flores?»
Aunque no quería, Latil se puso rígida innecesariamente ante las palabras de Siphisa. La Princesa se las había arreglado para sacar una hoja de su manga y herirse.
Siphisa ....... por supuesto, también había dado mucha agua a este lado cuando estaba con el presidente
«No pasa nada»
«¿De verdad?»
«Sí»
Al ver esto, Girgol puso su mano sobre la otra mano de Latil.
«Te quitaré todo lo que te entristezca».
Latil apartó la mano de un tirón.
«Las cabras comen flores»
«!»
Latil se rió y volvió a limpiarse los ojos con la manga.
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Tras separarse de Siphisa y Girgol, Latil se paseó solo por los edificios cercanos a la alcoba.
«¿Disfrutaste del festival?»
Giró al oír una voz y vio a Sonnaught apoyado en la barandilla.
«¿Fuiste al restaurante Techo Amarillo?».
Latil caminó hacia el otro lado del pasillo donde estaba apoyado Sonnaught. La miraba con unos ojos suaves y cálidos que hicieron que a Latil se le retorciera el estómago de forma desagradable.
«Majestad, ¿se encuentra bien?».
Latil dudó, si decirlo o no, luego abrió la boca, esperando apuñalarlo cuando Sonnaught se veía tan despreocupado por sí mismo.
«En realidad, fui al vestíbulo a la que fuimos juntos hace unos días»
«!»
«Quería ir a buscar la ropa y encargarme de ella. Pensé que después, más tarde, ver a Sir Sonnaught vistiéndola oficialmente»
Latil apoyó las manos en la barandilla del lado de la habitación donde no estaba Sonnaught, preguntó inocentemente.
«Pero escuché que lo encontró. ¿Sir Sonnaught vino a buscarme después de ponérselo?»
«.......»
Sonnaught no contestó, sólo miró a Latil.
Ah, ya veo. Te va a costar responder a eso. Latil se burló para sus adentros.
«¿Sir Sonnaught? ¿Es eso lo que pasó? Es conmovedor»
Preguntó Latil, aún sonriendo. Sonnaught seguía sin contestar, sus ojos escrutaban los de Latil.
«Algo habrá oído»
Por fin murmuró algo que tenía sentido. Llevaban tanto tiempo juntos que siempre sabía cuándo Latil fingía una sonrisa.
Latil le borró la sonrisa falsa de la cara.
«¿Quemaste tu túnica?»
preguntó Latil sin rodeos, poniendo fin a las especulaciones. Sonnaught frunció los labios varias veces.
«Sí»
Y luego obedeció. Latil esperaba que le mintiera en lugar de ser sincero.
«¿Por qué?»
«Porque no me va a servir de nada»
«Entonces podrías haberlo vendido. ¿Por qué tuviste que quemarlo?»
«No me servía para nada, pero no podía dárselo a nadie más. Estaba hecho para la Emperador»
«¿Qué diferencia hay entre venderlo y quemarlo? Sigue siendo lo mismo, salir de las manos de Sir Sonnaught»
Sonnaught no respondió a la pregunta de Latil. Latil escupió una carcajada de incredulidad.
Hace unos días. Estaba avergonzada y abochornada por haber esperado que Sonnaught la sorprendiera con su túnica.
«No sé qué demonios pasa por tu cabeza, Sir Sonnaught»
Latil no quería mostrar su cara sonrojada, así que se giró para quedar de cara a la pared.
«¿Qué demonios quieres hacer?»
«Sólo quiero estar a tu lado, protegerte y servirte»
«¿Entonces por qué me has besado?»
«Porque me gustas»
«¿Entonces por qué quemaste tu túnica?»
Sonnaught giró de nuevo y miró fijamente a Latil, con ojos tan cálidos incluso en ese momento.
«Majestad, la conexión mental entre tú y yo es suficiente»
«Entonces no deberías haber cerrado el hocico»
«Quiero decir...... que no tengo por qué ser uno de tus muchos hombres»
Sonnaught enarcó una ceja, como si fuera un asunto difícil de discutir.
«¿Por qué?»
«Hay muchos hombres que te defenderán dentro del círculo familiar, pero pocos en el otro lado, así que intento defenderte fuera del círculo......, porque hay cosas de las que sólo la familia puede hablar y otras de las que la familia no puede hablar»
«!»
Latil se mordió el labio y le miró fijamente, sus palabras sonaban más a excusa que a otra cosa.
«Es que no quieres profundizar más»
«Soy tuyo desde que nací, no hay relación más profunda que esa»
Sonnaught habló con firmeza y rodeó a Latil con sus brazos. Latil apretó inconscientemente su agarre. La barandilla de hierro del pasillo crujió en sus manos.
Latil lo apartó de un empujón y corrió hacia sus aposentos.
«¿Majestad?»
Las criadas se dispersaron por la habitación y se pusieron en pie de un salto cuando Latil cerró de golpe la puerta del salón.
«No hace falta que me sigan dentro»
Latil las despidió con un gesto de la mano y entró en la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Latil se quitó los zapatos, corrió a la cama y se metió bajo las sábanas.
El sofá y la alfombra con los que hice el amor, todo me resultaba repulsivo. Debo quitarlos todos.
Latil no entendía lo que decía. Si tenía frío, debería haber dicho que tenía frío.
Si quería gustarle a alguien, debería decirle que le prestara atención. ¿Qué está diciendo que no soy ni yo ni él?
'......Y por cierto, ha estado intercambiando cartas con Lean'
Latil se apartó de las sábanas aturdida y se sentó. 'No creo que me traicione. Pero, por otro lado, era posible que se compadezca de Lean'
Que alguien amara a alguien no significaba que todas sus emociones estuvieran dirigidas hacia esa persona.
Latil se enfadó consigo misma por dudar de Sonnaught en este punto, volvió a acurrucarse en su manta.
'Las palabras de Tasir son correctas. No importa si encierro a Lean en la mansión, eso no me hará libre de allí. Confío en Sonnaught, pero como no confío en Lean, termino sospechando incluso de Sonnaught'
Los partidarios abiertos de Lean están mejor porque pueden responder y vigilarla.
Pero los secuaces secretos de su padre son más problemáticos porque parece que lo apoyan, pero no saben quiénes son.
Si finjo perdonar a Lean, vendrán a por mí en tropel, independientemente de que Aini lo acompañe o no.
Latil se decidió y retiró las mantas.
Si perdonaría o no de verdad a Lean podía esperar, pero sería mejor averiguarlo ahora, en la intimidad de su propia mente, si Lean no la traicionaría más.
En cuanto se hubo decidido, Latil se levantó y se dirigió a Tasir.
«Majestad. Creía que dormía»
Cuando llegó hasta él, Hierlan le informó en voz baja.
«Muy bien, esperaré a que se despierte»
Con eso, Latil salió de la habitación. Tasir estaba cansado, pero dormía como si se hubiera desmayado.
Latil miró brevemente los anchos hombros expuestos cuando rodó sobre un costado, y luego se acostó frente a él.
Al mirarle la cara, con sus ojeras y su sueño exhausto, Latil sintió que el corazón le latía de repente en el pecho.
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