HDH 485

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Hombres del Harén 485

Subiendo peldaños



Todos giraron sorprendidos.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Latil. Tasir estaba apoyado torcidamente en el arco de la puerta, a su derecha.

Parecía tranquilo a pesar de que todos los funcionarios lo miraban. Por alguna razón, Latil se sintió orgullosa. Algunos nobles que no reconocieron a Tasir empezaron a murmurar confundidos, los demás nobles les dijeron quién era.


"¿Quién es...?"

"Es Sir Tasir"


Los sensibles oídos de Latil captaron sus susurros. Su corazón se llenó al mirar a Tasir. No era porque él apareciera diciendo que se encargaría de su problema. Estaba feliz de que estuviera aquí.

'Me alegro de que esté a salvo'

Todos empezaron a charlar, pero un funcionario exigió una respuesta a Tasir.


"¿Encargarse de qué? ¿Qué quiere decir, Sir Tasir?"

"¿Tiene algún plan?"


preguntó otro noble.

Tasir se apartó de la puerta, se irguió y entró tranquilamente en la sala.


"Lo tengo"

"¿Cuál es?"

"Vamos, dínoslo"


Tasir se tomó su tiempo para darles una respuesta clara, los funcionarios empezaron a apremiarle con impaciencia.

Pero Tasir permaneció en silencio mientras se acercaba a Latil. Los funcionarios esperaban que se pusiera al lado de la Emperador.

Nadie se habría atrevido a interrogarle ahora si se hubiera colocado donde lo haría el Esposo Oficial.

Pero Tasir no se paró junto a Latil. Para sorpresa de todos, se detuvo a unos pasos de ella. Miró a Latil a los ojos y le sonrió, luego volteó hacia los funcionarios.


"Toda la tierra alrededor de los Templos de Tarium me pertenece"


anunció con orgullo.

Latil abrió los ojos de par en par. Esperaba que dijera algo sobre ser rico o ayudar económicamente.

Los funcionarios se quedaron boquiabiertos ante la inesperada declaración e intercambiaron miradas frenéticamente.


"No he oído nada de que la Compañía Comercial Anges vaya a comprar las tierras del templo"


dijo Duque Atraxil, alarmado.


"No las tierras del templo, Alteza. Las tierras cercanas a los templos"


respondió Tasir con un guiño.


"Y esas tierras no son propiedad de mi compañía comercial. Son propiedad de Tasir Anges"


Latil no había oído hablar de esto. Pero estaba segura de que Tasir decía la verdad. Cualquiera podía comprobar fácilmente quién era el propietario de las tierras, él no mentiría delante de todos esos funcionarios.


"¿Cuándo compraste todas esas tierras?"


preguntó asombrada.


"Soy muy rico, Majestad"


Los funcionarios comenzaron a parlotear de nuevo.

El poder de la riqueza de Tasir impregnaba la gran sala de reuniones. Latil quiso levantar una copa para alabar su riqueza.

No podía creer que fuera tan valiente como para hacer ese anuncio delante de los presentes. Tenía que ser cierto, pero no dejaba de ser asombroso. Ningún noble en esta sala podía ser tan rico como Tasir.

La charla comenzó a apagarse, el grito entusiasta del Chambelán llenó el aire.


"¡Ahora el problema del refugio está resuelto, Majestad!"

"Así es"

"Deberíamos empezar por construir estructuras provisionales y hacer las reformas necesarias donde haga falta. Los caballeros sagrados, nuestras tropas y los evacuados podrán utilizar los refugios si los construimos cerca de los templos"


dijo el Chambelán.


"Estoy de acuerdo, mi señor. Pero las estructuras provisionales tendrán que ser lo bastante resistentes como para ganar tiempo en caso de que las criaturas malignas carguen contra ellas"


añadió Tasir rápidamente.

Latil asintió.


"Tasir tiene razón. No sabemos qué formas adoptarán estas criaturas malignas. Pero debemos tener sistemas de defensa contra ellas"


La sola presencia de Tasir había animado el ambiente de la sala de reuniones. El corazón de Latil se hinchó al contemplar a Tasir.

Siempre había sido sólo alguien que podía ofrecerle amistad casual y romance. Sólo una sensación de familiaridad. ¿Cómo se había convertido en una parte tan importante de su vida?

















***

















Muchos funcionarios seguían cuchicheando sobre Tasir al salir de la reunión.


"Increíble. ¿Quién iba a decir que el que creíamos que era la menor de nuestras preocupaciones daría un paso al frente justo en este momento?"

"Recuérdame, ¿Cuáles de los Consortes de Su Majestad son plebeyos?"

"El Rey Mercenario, Kallain. El Maestro del Adversario, Girgol. Y el mercader, Tasir. El Sumo Sacerdote no se ocupa de asuntos del mundo mundano, así que lo consideraremos una excepción"

"Sir Tasir es ciertamente el más simple y el más mediocre de los tres"


El grupo de funcionarios guardó silencio por un momento.

El Rey Mercenario, Kallain, siempre había sido algo intocable, pero Girgol y Tasir nunca habían parecido tan importantes en comparación.

Muchos despreciaban a Tasir por ser un mercader. También despreciaban a Girgol porque al principio creían que había sido elegido por su apariencia.

Pero entonces, descubrieron que Girgol era el Maestro del Adversario. Ahora la persona que una vez pensaron que era un simple mercader había demostrado ser valioso para la Emperador.

Algunos funcionarios sintieron herido su orgullo a pesar de sentirse aliviados. Otros se sintieron avergonzados al darse cuenta de que habían estado menospreciando a Tasir por su estatus social.

Pero unos pocos funcionarios no sintieron ninguna vergüenza. No querían elogiar a un plebeyo como Tasir e intentaron, en cambio, dar crédito al juicio de Latil.


"Me pregunto si Su Majestad lo tomó como consorte conociendo sus talentos. Cada Consorte está lejos de ser ordinario..."

"Ahora empiezo a preguntarme qué buscaba la Emperador en sus Consortes cuando los eligió"

"Todo esto se debe al excelente juicio de Su Majestad. Estoy seguro de que tenía un plan desde el principio"

"En cualquier caso, esto es un gran alivio. Todos pensábamos que Sir Tasir era un mercader cualquiera, pero acabó siendo de gran ayuda para nosotros"

"Si superamos estos tiempos sin problemas, la contribución de Sir Tasir será-"

"Ejem"


Alguien carraspeó de repente e interrumpió la conversación.


"¿Qué pasa?"


preguntó otro noble.


"¡Ejem!"


La misma persona volvió a aclararse la garganta con más fuerza. Todos giraron hacia el sonido y vieron a Conde Bretta. Parecía incómodo.


"¿Qué ocurre?"


le preguntó otro noble.

Conde Bretta mantuvo la cabeza quieta y discretamente desvió la mirada hacia un lado como para indicar algo.

Los demás nobles siguieron su mirada y callaron al instante.

Canciller Rolurd pasaba junto a ellos con expresión rígida.


"Ejem"


Los otros nobles se aclararon la garganta y se alejaron del canciller.

Conde Marshul había oído la conversación del grupo y los miró con desprecio.


"No haga caso de esa gente, canciller. Son sólo unas tierras. Ese mercader simplemente tuvo suerte de tenerla en su poder"


le dijo el Conde al Canciller para consolarlo.

Otro funcionario que apoyaba al Canciller no tardó en intervenir.


"Desde luego. El mercader no podía prever lo que iba a ocurrir. Sólo compró la tierra para beneficiarse a sí mismo, casualmente acabó siendo útil"


Canciller Rolurd aún parecía descontento. Estaba de acuerdo en que la compra de ese terreno podía haber sido una coincidencia. Pero también sabía que saber utilizarlo en el momento oportuno era sin duda un talento.


"Cuidado con lo que dices. Despreciar a alguien y bajar la guardia es tan peligroso como dejarse intimidar y despreciarse a sí mismo"


siseó fríamente el Canciller.

Los funcionarios que intentaban adularle no dijeron ni una palabra más.

Mientras el Canciller continuaba por el pasillo con expresión adusta, se fijó en que Duque Atraxil, a unos metros de distancia, parecía igualmente descontento.

El Duque también era comerciante. Parecía irritado porque la única persona que creía que nunca podría ser Esposo Oficial estaba demostrando ser útil.

Canciller Rolurd vio la oportunidad de hablar con el Duque y se le acercó enérgicamente.


"Atraxil. Ese joven Tasir es una fuerza a tener en cuenta, ¿no? Tendremos que tener cuidado de no menospreciarlo por ser plebeyo"


El Canciller pensó que estaban en una situación similar y pensó que podrían discutir sus problemas juntos para aliviar la carga. Pero Duque Atraxil fulminó a Rodhes con la mirada y respondió con una burla desdeñosa.


"¿Ahora quieres hablar conmigo?"


espetó el Duque.


"¿Qué?"

"Todo este tiempo me has tratado como si fuera invisible"


Canciller Rolurd se quedó boquiabierto.


"¿Por qué crees que hice eso en primer lugar? ¿Has olvidado todas las cosas que me dijiste?"


Iba a decirle al Duque que ahora no era el momento de guardar rencor por esas cosas, pero Duque Atraxil dio media vuelta y se marchó.

El Canciller frunció el ceño incrédulo al ver al Duque alejarse con la cabeza bien alta.


"¡Qué cara tiene ese hombre! Esa rata mezquina"

















***

















Mientras los funcionarios cuchicheaban sobre Tasir y el plan del refugio, Latil miraba tranquilamente a los ojos de Tasir.

Palabras de amor y afecto quedaron atrapadas en su garganta mientras lo estudiaba.

Quería estrecharlo entre sus brazos y llenarle la cara de besos. Pero se serenó y consiguió hablar tras una larga pausa.


"He oído... que te has escapado solo"


El corazón le palpitaba de emoción, pero sentía un nudo en la garganta. Latil se aclaró la garganta antes de continuar.


"Gesta me lo dijo"

"¿Oh? ¿Cómo lo sabía Gesta?"

"Fue allí para salvarte, pero ya te habías ido"


Latil se tomó su tiempo para estudiar a Tasir. Le preocupaba que pudiera estar herido.

Por suerte, no parecía herido en ningún sitio. Pero seguía intranquila.


"¿Cómo saliste? ¿Estás herido? Tus ojos parecen más cansados"

"Eso no tiene nada que ver con el secuestro, Majestad"


Tasir sonrió, pasándose las manos por los ojos y las mejillas.


"¿Estás herido en algún sitio?"

"No. Estoy completamente bien"

"¿Cómo te escapaste? ¿Fue cuando invocamos a Anyadomis?"

"En realidad, no escapé por mi cuenta"


Los ojos de Latil se entornaron ante la inesperada noticia.


"¿Qué quieres decir? ¿Te ayudó alguien?"

"Fue el Gran Maestro que estuvo aquí durante el Festival de Año Nuevo. El terriblemente apuesto. Él me ayudó. A juzgar por su forma de hablar, creo que ya ha visitado Anyadomis varias veces"


Latil frunció el ceño. No era un nombre que pensara escuchar ahora.


"¿El Gran Maestro? ¿El sospechoso?"

"Ese mismo. Me ayudó a escapar, eso fue todo. Y dijo algo extraño"

"¿Qué dijo?"

"Algo sobre... Cuanto mayor sea la posibilidad, mejor. Y contaba algo en voz baja"


'¿Qué significaba eso?'


"¿Qué posibilidad?"


preguntó Latil, mirando perpleja a Tasir.

Pero ni siquiera el astuto Tasir había descubierto el significado del ominoso comentario del Gran Maestro. Se encogió de hombros.


"No sé lo que significa. Pero creo que buscaba algo. No podía dejar de pensar en ello, así que lo investigué. Por eso volví tarde"

"¿Averiguaste algo?"

"No. Llegué antes de lo que esperaba porque no lo sabía"


Latil quería decirle que se alegraba más que nada de que hubiera vuelto sano y salvo. Pero, de pronto, recordó a Hierlan y su expresión se tornó sombría.

¿Vio Tasir a Hierlan después de que lo convirtieran en vampiro?

Tasir se dio cuenta de la reacción de Latil y se pegó a ella, fingiendo estar desconsolado.


"Oh, no. ¿Te decepciona que haya vuelto sin averiguar nada, Majestad? ¿No? ¿No te basta con que tu querido Tasir haya regresado sano y salvo?"

"Por supuesto que no estoy decepcionada. Me alegro mucho de que hayas vuelto. Te he echado tanto de menos"


Latil rodeó la cintura de Tasir con los brazos. Pero no se atrevía a contarle la verdad sobre Hierlan y se entretuvo.


"¿Estás realmente decepcionada?"


volvió a preguntar Tasir, sonando más dolido.


"No, es..."


murmuró Latil, estudiando la expresión de Tasir.


"¿Has visto ya a Hierlan?"

"No. He venido directamente a verte. Me dijeron que estabas en una reunión, así que vine aquí. Seguro que Hierlan está bien. Puede que esté un poco triste"


Latil se mordió el labio. Tasir no sabía que Hierlan había sido gravemente herido. Tasir vio la expresión de Latil y se dio cuenta de que algo malo había pasado.


"¿Qué pasa?"


preguntó, ya sin el atisbo de jocosidad en la voz.

Latil le apretó las manos y se dio la vuelta.


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